Ayer comenzó el proceso mediante el cual, el partido del Presidente López va a seleccionar a quien será su próximo dirigente nacional.


Por disposiciones del Tribunal Electoral Federal, el INE será quien se haga cargo de llevar a cabo este procedimiento, mediante la realización de una encuesta abierta a la población. Ese ejercicio lo harán 3 empresas reconocidas.

Son 100 los aspirantes a la Presidencia y a la Secretaría General, una cifra que en cualquier otro partido sería impensable por la inviabilidad para que se conozca
a todos los aspirantes, pero no en Morena, en donde las candidaturas se asignan con tómbola, por ejemplo. O a quien se quita la camiseta del PRI en la mañana y en la tarde se pone la de la auto llamada 4T.


De los 100, van a quedar solamente 12 después de esta primera fase y a partir del 2 de octubre, se tendrá una segunda etapa en la que se va a medir la popularidad y el conocimiento de los 6 candidatos a la Presidencia y 6 a la Secretaría General.


El asunto de fondo es que desde antes de iniciarse, el método ya había sido cuestionado por algunos de los aspirantes, como Alejandro Rojas Díaz Durán en primer término y después, al ver que le faltaba impulso para subir en la popularidad, por el diputado Porfirio Muñoz Ledo.


Es evidente que Mario Delgado Carrillo, el Coordinador de la fracción morenista en la Cámara de Diputados es el favorito. Diversas encuestas realizadas desde hace meses lo han colocado siempre al frente de la carrera. Las más recientes, confirman la percepción entre los miembros de ese partido.


De los demás, solamente Porfirio podría representar una opción de lo que se llama “unidad”, en las organizaciones piramidales controladas por caudillos.
Conocí a Porfirio Muñoz Ledo hace hace más de un cuarto de siglo. Es un tipo brillante, ágil, intelectualmente fuerte. Excelente orador. Pragmático, pero con ideas que serian buenas hace 50 años.


Pese a su larga trayectoria, sólida experiencia parlamentaria, conocimiento del sistema político (del viejo y actual, que vienen siendo
lo mismo), Muñoz Ledo ya no tiene la energía suficiente para conducir por el camino de la consolidación al partido del Presidente. Paradójicamente, es de los muy pocos personajes de la 4T con capacidad intelectual reconocida.


Por eso es que Muñoz Ledo se ha ido a la yugular de Marcelo Ebrard, el poderoso Canciller y quizá el miembro del Gabinete federal mejor preparado para suceder al Presidente López, pero con un estilo moderado, moderno, tolerante, que haría una diferencia notable.


Porfirio sabe bien que de paso, al atacar a Ebrard le da raspones a Delgado y pretende así, afectarlo en la carrera interna. No creo que le alcance.


Gibrán Ramírez, el otro aspirante, tiene el ímpetu propio de la juventud y de saberse inteligente, pero carece del temple que posee Porfirio. De Alejandro Rojas puede destacarse su carácter belicoso, de confrontación permanente y su vinculación estrecha con el senador Ricardo Monreal.


No se necesita imaginación, solo análisis y sentido común, para darse cuenta que en Morena ayer empezó la pelea por la candidatura presidencial de 2024. De quién gane la diligencia nacional va a depender la asignación de los aspirantes a diputaciones locales y federales, así como a muchas posiciones de poder que se van a disputar en 2021 y 2022, en preparación del terreno para el 24.


La elección vía encuesta de popularidad del próximo dirigente nacional de Morena es una prueba grande para el Partido del Presidente. Si las cosas no salen bien y se profundizan los enconos, que no extrañe a nadie el naufragio de una nave política que ya hace agua por varios lados.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí