Seguramente más de una persona podría pensar que el tema de las vacunas compradas por el gobierno, para atender la prevención de Covid, ya debe ser dejado a un lado. No lo creo así.
No soy el único que tiene la certeza que, por el contrario, el asunto debe ser revisado escrupulosamente, para dejar en claro que las cosas se están haciendo de la manera correcta, sin dejar lugar a dudas, sin dar espacio para que la gente crea que se hacen las cosas con un mezquino interés político.
Y no es que comparta la forma en la que el Gobierno Federal ha enfrentado y manejado la pandemia y otros aspectos relacionados con el Sector Salud, pero sí tengo el convencimiento de que ser de los primeros países en América Latina en comprar las vacunas es algo bueno, entre tantas cosas que no son tan loables del actual régimen.
Que hayan llegado menos dosis de las anunciadas y que el Gobierno de la autollamada 4T haya hecho un espectáculo digno de cualquier programa de entretenimiento barato, es otro asunto.
El punto aquí es que mientras unos alaban y aplauden extasiados que el Gobierno haya cumplido con una responsabilidad para cuidar a salud pública, como si se le tuviera que agradecer por hacer su trabajo, hay otro grupo – amplio, creciente-, de la sociedad civil que cuestiona el manejo mediático de la llegada de las vacunas.
¿Cuál es aquí, el tema de fondo? Simple: Que a partir de estas dos posiciones antagonistas entre sí, hábilmente, perversamente, desde el Gobierno Federal se alienta lo que los conocedores llaman cortinas de humo, para distraer la atención de los temas de mayor interés colectivo.
El hecho de que México haya superado las 140 mil muertes a causa de complicaciones por Covid-19 y que la cifra de contagiados ande acercándose al millón 400 mil personas, nos da una idea de la urgencia de que la población ponga de su parte para coadyuvar en la prevención. También, del enorme reto logístico que implica recibir, distribuir y aplicar las dosis, sin que medien criterios políticos, en los meses previos a un proceso electoral que pondrá a prueba la aprobación de la gente al estilo de gestión del Presidente López.
Así, mientras desde el poder se promueven las cortinas de humo para distraer la atención sobre el creciente número de contagiados y fallecidos, también la 4T alienta la polarización de los ciudadanos, algo que les sale muy bien a quienes tienen décadas abrevando en el estilo de gobierno del PRIAN, como gustan llamarle ahora los pretendidos puristas a los gobiernos anteriores.
Esta polarización sirve tradicionalmente para profundizar los desencuentros, para acentuar las diferencias entre quienes piensan distinto y que, en este caso, están de lado o en desacuerdo con la autollamada 4T.
Es el clásico “Divide y vencerás” que deja muy buenos rendimientos políticos, justamente a los partidos, a los hombres del poder y a quienes viven de esto.
En las “benditas redes sociales”, como gustan llamarle desde las alturas, basta dar un vistazo para darse cuenta de que la conversación social se desarrolla con un tono de intolerancia, violencia textual y radicalismo.
De un lado y de otro, pero con mayor énfasis del bando de quienes tienen el poder, se auspicia el linchamiento a quienes tienen voces críticas, a quienes cuestionan y no ceden a la tentación de aplaudir al Presidente en turno, sea quien sea.
La polarización y las cortinas de humo han servido, aunque nunca como ahora, para esconder las verdaderas intenciones, la indolencia o incapacidad de quienes gobiernan.
El tema de las vacunas antiCovid les dará material para la distracción por un buen tiempo, con el enorme riesgo de que sea a costa de la salud de la gente. Y, mientras, la cifra de muertos sigue creciendo.

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