El tema de las vacunas contra el Covid sigue siendo un asunto de interés y preocupación general.
Desde que llegó el primer lote a principios de enero, la atención se centró en la esperanza de que en relativamente poco tiempo, la población pudiera acceder a las dosis del antígeno para proteger su salud.
Más que un asunto de salud pública es de seguridad nacional, por lo que representa para el país garantizar la continuidad de las actividades productivas y la integridad de la población.
Este fin de semana llegó otra dotación de vacunas, aunque días después de la fecha originalmente anunciada por el gobierno. La tardanza originó un retraso en la aplicación de la segunda dosis, pero las autoridades han asegurado que esto no incide en la efectividad de la misma.
Como sea, con ese contratiempo y las fallas detectadas en la inmunización de una primera parte del personal de atención a la salud, las cosas no estaban saliendo bien, pues el malestar fue evidente entre muchos médicos, enfermeras y personas que están a cargo del cuidado de enfermos de Covid, al surgir evidencias de que no todos fueron protegidos a pesar de que diariamente se juegan la vida en su trabajo.
Al tiempo que crecían las críticas a la estrategia oficial para vacunar al personal del Sector Salud, se tuvo la falla en la operación de la página para registrar a adultos mayores para recibir la vacuna en las fechas estimadas, lo que dejó en evidencia la falta de atención a un tema vital en la estrategias del problema.
Eso no es todo: Aunque con retraso, la llegada de un nuevo lote de dosis del antígeno abrió la posibilidad de que ahora sí, el gobierno pueda cumplir su responsabilidad de vacunar a la población, empezando por los grupos más vulnerables y los prioritarios, que son las personas que laboran en el área de la salud.
Sin embargo, el detalle que ha causado inconformidad y escepticismo, sin dejar de lado la sospecha por el uso mezquino de los antígenos en temporada electoral, es el de la atención en primer lugar de empleados federales que promueven programas asistenciales.
La queja de representantes de diversos sectores de la población, partidos de oposición y académicos es en general, en el sentido de que el Gobierno Federal decidió unilateralmente y sin argumentos suficientemente válidos aplicar laa vacunas en un primer paquete a los llamados “Servidores de la Nación”.
Estos individuos y elementos militares serán mayoría en las brigadas que van a encargarse de la vacunación, superando en número a enfermeras/os y médicos, lo que despierta las suspicacias de la gente, sobre todo porque realizarán sus labores durante los meses previos y durante la campaña para elegir gobernadores, diputados federales locales y presidentes municipales en todo el país.
Los antecedentes que hay, de aprovechamiento de programas federales, recursos públicos y personal para obtener provecho electoral por parte del gobierno -sea el actual o los anteriores, federales o estatales-, refuerzan la desconfianza.
La manera en que el actual régimen ha utilizado recursos, programas y personal del servicio público para obtener beneficios políticos es lo que provoca la molestia, desconfianza y una necesidad cada vez más grande de exigir a las autoridades que realicen esta tarea de vacunación sin un sesgo partidista.
Quizá es mucho pedir, porque difícilmente lo harán y lo más seguro es que las cosas caminen como el Presidente López lo ha planeado.
Lo he comentado: El ADN priísta permanece y actúa en las entrañas de la autollamada 4T, de ahí que se entienda su interés por sacar beneficio político de la vacunación.
Es temporada de campañas, la de vacunación, la de promoción del gobierno como ente paternalista y, también, de campañas políticas.
Lo dije ayer: Del lado de la 4T y del Presidente hay 7 de 10 partidos, las vacunas, las becas y las pensiones a adultos mayores.
Si eso es tener cancha pareja, entonces no hemos avanzado en materia política en el país.