La confirmación de la alianza PAN-PRI-PRD para competir por la gubernatura de Tamaulipas antecedió en la semana que concluyó, al anuncio hecho por Morena-PT-Verde para hacer lo mismo en la búsqueda de esa posición en 2022 y nos deja claro que esas coaliciones serán pragmáticas, más que ideológicas.

La preparación del terreno para la realización de las elecciones está en marcha en diversos frentes: Por un lado el Instituto Electoral de Tamaulipas (Ietam) acaba de aprobar en una sesión extraordinaria efectuada en estos días la designación de 22 titulares de las presidencias de los Consejos Distritales de la entidad, así como a 88 consejeros propietarios y 110 suplentes, quienes en febrero se erigirán formalmente como responsables de los órganos encargados de la planeación de los comicios.

La otra vertiente de la organización de los comicios es la que tiene que ver con los procesos internos de los partidos para seleccionar a sus candidatos. Hasta ahora, en el PAN aparecen muy parejos Chucho Nader y César “Truco” Verástegui; en el PRI puntea Ramiro Ramos seguido de Enrique Cárdenas y en el PRD no hay un solo nombre que llame la atención.

En contraparte, en la coalición que formarán Morena, PT y el Verde siguen siendo 7 los aspirantes que integran el grupo que oficialmente es evaluado por la dirigencia nacional para determinar el nombre de quien sea su abanderado. Extraoficialmente, se habla de que la designación debe estar por salir en horas.

En esta alianza, al igual que la del PAN-PRI-PRD se repite la fórmula que los 6 partidos aplicaron en las elecciones de junio pasado en varios estados del país, con resultados que a final de cuentas fueron buenos para todos. Depende de si vemos el vaso medio lleno o medio vacío, la obtención de votos por parte de ambos bloques les garantizó la posibilidad de estar siempre en constante negociación y enfrentamiento por temas que lo ameritan.

En el caso de Tamaulipas, lo que buscan las alianzas es obviamente contar con la simpatía ciudadana, el apoyo en las urnas y una legitimidad que les ayude a defender el triunfo que obtengan ante la evidente no aceptación tan fácil de los adversarios. Las alianzas son la mejor muestra de que el pragmatismo se ha impuesto a la ideología y en muchos casos, a los principios que dieron origen a cada uno de los 6 partidos involucrados.

La nueva realidad política del país plantea retos interesantes, como el agrupamiento de la oposición al actual régimen, la realineación de lealtades y compromisos entre fuerzas estatales en relación con los gobiernos salientes, así como los necesarios ajustes en los equipos de los aspirantes que buscan las gubernaturas y los que se van, la mayoría en condiciones de cuestionamiento y descrédito.

He leído y escuchado a priístas y panistas, a morenistas y otros del Verde hablar de las alianzas. Hay quienes están a favor y otros en contra. No me sorprende escuchar y apasionarse a priístas que rechazan la coalición argumentando que el PAN desde el poder estatal los persiguió, acosó o compró, porque olvidan los años en los que ellos estuvieron en el poder y hacían lo mismo.

Tampoco me impresiona saber de panistas tradicionales que muestran abiertamente su negativa a aliarse con los priístas a los que tantos años combatieron, pero olvidan que sin muchos de ellos no habrían ganado la gubernatura en 2016. Aunque en su descargo hay que reconocerles que en realidad no ganaron los panistas, sino un pequeño grupo que se fue alejando de los principios históricos del blanquiazul.

Lo mismo pasa con los morenistas, los del PT y los del Verde que cuestionan lo que ellos llaman “alianza contranatura” del PRI-PAN-PRD, pero no ven la viga en su propio ojo y la mayoría de quienes hablan de eso, ni siquiera conoce los principios que dieron origen a esos partidos que se dicen de izquierda, pero que se nutrieron de expriístas y expanistas. La incongruencia, pues.

Unos y otros, sin que importe el nombre del candidato o de la alianza, van a buscar el voto ciudadano, con estrategias que van a apostarle a la polarización o a la reconciliación; al ajuste de cuentas y castigo a la corrupción o al rescate y continuidad de lo que funcionó; a las emociones de la gente y a la ignorancia.

Lo que buscan las alianzas es ganar con ayuda para alcanzar a los competidores o afianzar su preponderancia. Buscan despertar emociones en la gente y hacer que salga a votar en gran cantidad. Es la continuidad o el cambio del modelo actual por uno que se parezca al de la autollamada 4T.

Ya estamos hablando de los objetivos y todavía no tenemos candidatos oficiales, pero eso no impide que desde ahora vayamos viendo cómo se moverían los grupos, los intereses, las lealtades y compromisos. Eso nos dará una idea acerca de qué tanto están convencidos los tamaulipecos de seguir por el mismo camino o se inclinan por uno diferente.

abarloventotam@gmail.com

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