Apenas se cumplió ayer una semana de que al Presidente López Obrador se le practicó un cateterismo de rutina -así dijo la explicación oficial- en un hospital militar, cuando los días subsecuentes no terminan de ser más que incómodos, molestos para la autollamada 4T en varios frentes.

En diferentes momentos desde el viernes de la semana anterior ha quedado expuesta la fragilidad con que se mantiene cohesionado el nuevo régimen, centrado en la figura presidencial. Desde las pugnas internas de Morena, su partido que es a la vez brazo y puño político contra todo aquel que considere adversario, hasta las dudas fundadas sobre el estado de salud de López Obrador y ahora, desde ayer, las revelaciones sobre la vida llena de lujos de su hijo mayor en Houston. El escándalo que desnuda la incongruencia del discurso oficialista de la austeridad, es quizá el más fuerte de todos los temas escabrosos.

Por fortuna, Andrés Manuel – como lo llaman los compañeros de lucha-, salió muy bien de su cateterismo “de rutina” que se le practicó en las instalaciones médicas militares. Qué bueno, porque tener un Presidente con buena salud física y mental es algo indispensable para generar tranquilidad en la sociedad civil y en lo actores que participan en el equilibrio del poder. Eso atrae el interés y por lo mismo, varios medios siguieron su rutina de la semana que terminó, acompañando al Presidente a un parque al que estuvo yendo a practicar béisbol su deporte favorito (y el de su gobierno). López Obrador se quejó de que espían su escasa intimidad y esta, su afición que le sirve para distraerse del trabajo diario.

Más allá de lo anecdótico, lo malo de la semana no fue eso, sino la acumulación de situaciones que hasta ayer, formaron un conjunto de hechos que ha puesto de mal humor a muchos en la autollamada 4T.

Por ejemplo, el asesinato de una periodista en Tijuana, que hace 3 años había acudido personalmente a pedirle ayuda y protección, por un conflicto laboral con el entonces gobernador Jaime Bonilla, cercanísimo amigo del Presidente. El asesinato revolvió las crónicas sobre la forma en que el señor Bonilla se mueve en Baja California y sus febriles deseos, hace unos 3 años, de pretender cambiar la ley estatal para prolongar su mandato de 2 a 6 años.

Luego, los conflictos en el CIDE que no terminan por dejar satisfecho a un amplio sector académico del país; los altos índices de violencia, especialmente feminicidios. Los yerros de la Fiscalía General de la República que estuvieron a punto de ver cómo un juez casi dejaba libre a Emilio Lozoya y así, conforme pasaron los días fuimos viendo que la semana fue para olvidarse.

No bien ha sobrellevado el enfrentamiento del gobierno y sus afines con el INE, cuando el organismo electoral da a conocer que en la recolección de firmas para pedir la consulta de revocación de mandato se encontraron miles que pertenecen a personas fallecidas o internas en penales, además de otros detalles del mismo estilo. Es decir, un ejercicio tramposo que quiso sorprender al Instituto.

Por donde se vea, escurren datos un día sí y otro también, sobre este estilo de ejercer el gobierno que dice estar alejado diametralmente de los del pasado, pero que en el fondo en realidad es lo mismo, con algunos matices de forma. Las acusaciones legales de las que es objeto en Estados Unidos Santiago Nieto, extitular de la Unidad de Inteligencia Financiera y los señalamientos de que durante su encargo presuntamente torció la ley para perseguir a adversarios políticos del Presidente, lo colocan como un incómodo y hasta estorboso elemento al que hay que mantener lejos.

El último golpe seco, directo al primer círculo de los afectos presidenciales es el reportaje que la asociación Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) financió y se dio a conocer en varios medios nacionales, en donde se desvela al lujoso estilo de vida que lleva el hijo mayor del Presidente, en un exclusivo barrio residencial de Houston, Texas.

Las revelaciones muestran al vástago presidencial gozando de las mieles de la vida “fifí”, como gusta de llamarle López Obrador a quienes gustan de ciertas comodidades. El hijo del Presidente vivió primero con su esposa e hijo en una residencia perteneciente al presidente de una poderosa compañía petrolera que tiene millonarios negocios con el gobierno y que también es proveedora para el proyecto de la refinería Dos Bocas, uno de los orgullos presidenciales. Ahí se asoma claramente un presunto conflicto de interés.

Luego, la mudanza a otra casa un poco menor pero igualmente en un sector residencial donde las casas tienen precios que no cualquier mexicano austero puede pagar, llamó la atención de quienes indagaron las pistas en Texas.

El discurso que promueve la austeridad como un principio ideológico y una forma de vida de quien se identifique con la autollamada 4T quedó liquidado de golpe. La congruencia de quienes salieron a defender al hijo del Presidente desapareció. El truco de pedir honestidad, transparencia y austeridad a los demás, quedó al descubierto.

Ha sido una mala semana para el Presidente y su autollamada 4T. Ya vendrán mejores días.

EL FANTASMA DE LOS CARMONA, OTRA VEZ

Ayer, el periódico El Norte de Monterrey exhibió que la SCT dio un jugoso contrato de obra a una empresa de los hermanos Carmona, famosos entre otras cosas por presuntamente haber financiado con su dinero las campañas de Morena en 2021.

El tema se vuelve a poner en la conversación pública porque el presunto financiamiento de varias candidatas y candidatos de Morena en el estado, es algo que no ha sido bien aclarado por los principales protagonistas.

Todavía es un buen momento para que alguien, quien tenga autoridad, le pida al diputado Erasmo González, señalado públicamente como el supuesto enlace entre los hermanos Carmona y Morena, se vaya alejando del proyecto por la gubernatura antes de que las cosas se vuelvan más densas y ponga en peligro las posibilidades de ganar en junio.

abarloventotam@gmail.com

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí