Se ha dicho en diferentes momentos y situaciones del país, especialmente desde que dimos un paso importante a la democracia real con la primera alternancia que hubo en México hace ya poco más de 20 años, pero parece que no se entiende todavía.
Esta semana tocó recordar esto a Carlos Slim Helú, el hombre más rico de México y en algún momento, del mundo. No es que esa condición de multimillonario le otorgue per se el don de la infalibilidad, sino que el hecho de haber multiplicado una fortuna de manera constante y su conocimiento para sacar adelante empresas de los más diversos giros, le dan una especie de reconocimiento a la capacidad para hacer lo que mejor deben hacer quienes se dedican al sector privado: Generar riqueza, crear empleos y procurar que esto se traduzca en bienestar social.
Slim, a quien el Presidente López Obrador tildó una y otra vez como integrante de la llamada mafia del poder, es un referente obligado cuando se trata de buscar entender el rumbo que lleva el país, cuando se quiere conocer la opinión de los más ricos de México sobre la forma en que se aplican las políticas públicas y eventualmente, sobre las expectativas de la sociedad respecto al funcionamiento del gobierno.
Es el mismo que en este sexenio pasó de ser considerado miembro connotado de la mafia del poder a integrante prominente del Consejo de Asesores Empresariales que formó el Presidente López Obrador. El mismo a quien le han escamoteado una concesión para ofrecer servicios de televisión de paga, pero a quien le han dado millonarios contratos de construcción.
En un ejercicio casi inédito, Carlos Salazar Lomelí, presidente saliente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), sostuvo una entrevista con Slim, en donde el mensaje de fondo es algo que debe recoger, procesar, comprender y atender el gobierno y en particular, el Presidente.
El dueño de Carso, Sanborns, América Móvil, Claro y otras tantas empresas que generan buena parte del PIB nacional, recordó algo que a diario se le dice por diversos canales, espacios y formas a López Obrador y a sus simpatizantes: La confrontación no es el camino.
Promover la desunión, polarizar, arrollar, endurecer la posición con base en ideologías que tienen que ver más con lo político que con lo práctico, le hace daño a México y no abona a la construcción de un sentimiento de unidad, de solidaridad y de compromiso para trabajar para superar los problemas que existen.
“Es una estupidez, le hace daño al país, a las empresas, al gobierno, a todos les hace daño”, dijo en un sencillo, claro, directo mensaje, como para que no haya pretexto para ser captado y entendido por quien debería haberlo hecho hace tiempo.
Por supuesto, lo que el empresario más rico de América Latina dijo en pocas palabras no es algo nuevo, no es desconocido para sus demás compañeros de gremio, sean gigantes, grandes, medianos o pequeños. No es algo desconocido por micro empresarios o por quienes se dedican a la informalidad. No es algo que antes no se haya planteado.
Lo interesante es que Slim Helú es, como decía, una referencia importante a la que tendrían que escuchar y atender quienes deben hacerlo, empezando por el Presidente López Obrador cuando habla de no promover la desunión, la confrontación.
Soy de quienes creen lo mismo que el multimillonario ex integrante de la antigüa mafia del poder del PRIAN y ahora connotado miembro de la mafia del poder de la Cuatroté: Es una estupidez fomentar la confrontación, la polarización, la pelea constante. Es absurdo, es una pérdida de tiempo y a la vez, suicida. No hace falta ser un potentado para saber esto. Lo que sí se requiere es que el destinatario principal del mensaje tenga la humildad suficiente para captarlo, aceptarlo y con voluntad, hacer lo necesario para cambiar las cosas. Simple, pero complejo cuando el egocentrismo y el fanatismo son indisolubles.
ESCOTILLA
¿Qué tanto le creemos a Marko Cortez cuando primero dice que el PAN sólo tiene posibilidades de ganar una de las 6 gubernaturas en juego, pero después se desdice? Ahora opina que el gobernador tamaulipeco es un presidenciable. A ver si después de junio no se retracta con alguna justificación forzada.
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