Aunque la decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) favoreció a Francisco García Cabeza de Vaca al acordar que se pospusiera la discusión sobre las dos controversias constitucionales que resolverán si el mandatario conserva el fuero y no puede ser sometido a proceso judicial mientras permanezca en el cargo, además de desechar la legalidad de la orden de aprehensión en su contra, lo que sigue ahora para el gobernador tamaulipeco es poco menos que un misterio.

Los partidarios de las teorías conspiratorias dicen que la decisión tomada por la Segunda Sala de la Corte atiende una hipotética petición hecha desde la Secretaría de Gobernación para que Cabeza de Vaca pueda sobrellevar el período de transición mientras le entrega el gobierno a Morena, en la persona de Américo Villarreal Anaya. Es decir, hablan de una supuesta entrega del estado a cambio de inmunidad para lo que resta del sexenio y tal vez un poco más allá.

Quienes en cambio se guían más por lo racional y el análisis de los hechos, se aventuran a decir que lo siguiente es continuar con el último tramo de la administración, prepararse para tratar de llevar a tribunales la decisión final de la elección del domingo pasado y buscar por todos los medios que se reponga el proceso, lo cual parece muy complicado.

Las personas que conocen bien a Francisco aseguran que no es un hombre que se doble ante las adversidades y parece que hay suficientes evidencias de ello, porque durante años se le ha visto pelear sin importar el tamaño o la fuerza del adversario.

¿Qué va a hacer ahora Cabeza de Vaca? ¿Llevarse el tiempo que le resta de su gobierno sin tanto ruido, tratar de acercarse para buscar que el proceso de transición sea cordial? ¿Va a indicarle a Luis René “Cachorro” Cantú, quien funge y finge como dirigente panista, que se lleve la disputa por la gubernatura a los tribunales? ¿Va a aceptar la derrota en las urnas?¿Hará un ejercicio de autocrítica, de reflexión? ¿Entenderá que así es el ciclo de los gobernantes que piensan que el poder no tiene fin?

¿Va a ser un fantasma en lo que falta de la administración o elevará su activismo público? ¿Va a ajustar cuentas con quienes cree que lo traicionaron a él, al candidato aliancista y al proyecto de darle continuidad a los llamados “Vientos de Cambio”? ¿Va a negociar bien su salida o ya lo hizo al más alto nivel y nadie se ha dado cuenta?

Lo que haga podrá no ser importante para muchos, pero para una buena cantidad de tamaulipecos sigue siendo motivo de inquietud saber cuál será su siguiente paso, sobre todo si eso involucra generar un clima social de incertidumbre o de confrontación.

No hay que soslayar que como sus antecesores, Cabeza de Vaca es querido por sus cercanos, por sus amigos y por quienes durante su sexenio estuvieron cerca de él, de sus favores, de su atención. También, que como los demás gobernadores, hay una amplia franja de ciudadanos, actores políticos y representantes de grupos de poder que vieron afectados -legítimamente o no- sus intereses personales o de facción y que desde el inicio de la administración hicieron todo lo posible por cobrarle los agravios. Eso fue lo que en buena medida influyó en la decisión del domingo pasado, cuando muchos tamaulipecos le dieron una calificación reprobatoria al no votar por la continuidad, al elegir una opción que si bien ofrece esperanza y cambio, ya viéndolo bien no parece tan diferente.

Los desplazados, los agraviados, los ofendidos, los enojados con Francisco, fueron activos promotores del voto de castigo. Fueron quienes gustosos decidieron trabajar en contra del proyecto de la continuidad y eso o no lo vio o se percató de ello muy tarde. No son pocos quienes de esta forma quisieron cobrarle todo lo que sintieron que les había afectado. Los burócratas y los maestros son dos buenos ejemplos de ello.

¿Qué va a hacer ahora Cabeza de Vaca? No creo que vaya a huir del país tan pronto termine su gestión ni que ya lo haya hecho. Tampoco pienso que quiera abrir más frentes de batalla, si el que tiene desde el año antepasado le costó demasiado. Igualmente, me parece que tratará de aquí en adelante de cubrirse las espaldas, dejar todo lo mejor limpio posible y esperar a lograr un buen acuerdo (si no es que ya lo tiene, insisto), para que la transición y el relevo no sean algo más traumático.

LA IMPUGNACIÓN QUE PODRÍA NO SER

La posibilidad de que la coalición PAN-PRI-PRD recurra a los tribunales para judicializar la elección del domingo podría ser todo, menos un intento serio por echar abajo la decisión expresada en las urnas.

Aunque Luis René “Cachorro” Cantú, el sedicente presidente estatal del blanquiazul ha dicho que se detectaron irregularidades graves que darían pie para que se anulen unos 52 mil votos en los municipios donde tiene el control el grupo armado conocido como Columna “Pedro J. Méndez”, la realidad es que tal vez sea solo una acción para no dejar pasar la oportunidad de pelear en los tribunales.

Ya lo decía el martes: El peso de los 82 mil votos que tiene en contra la coalición oficialista es una pesada losa de la que con dificultad se van a quitar de encima, a menos, claro, que efectivamente puedan documentar sólidamente que hubo irregularidades graves en más de un tercio de las casillas instaladas, que se haya comprometido el resguardo y traslado del material o que existan evidencias de que grupos delincuenciales hayan obstaculizado la realización libre de los comicios. Si en todos esos supuestos la coalición PAN-PRI-PRD puede documentar y comprobar las anomalías, el escenario puede cambiar.

Si en cambio la impugnación se convierte en un intento tibio, más para disimular que para lograr la anulación de las elecciones, entonces quedará claro que no hay un deseo de ir hasta el fondo, sea por falta de pruebas, por ausencia de violaciones graves a la ley o porque sencillamente no existe una auténtica intención de pelear algo que ya estaba pactado desde antes. Vamos a ver.

Por lo pronto, el recuento de los votos por parte de los 21 Consejos Distritales del Instituto Electoral de Tamaulipas (Ietam) dio como resultado la modificación de los números finales, confirmando extraoficialmente a Américo Villarreal como el ganador de los comicios, al haber sumado a su favor otros 20 mil votos que no habían sido contemplados en el conteo inicial por el Programa de Resultados Electorales Preliminares.

Con esos nuevos datos, ¿Tiene sentido impugnar para tratar de revertir la derrota? Lo veo muy complicado para la coalición panista-priísta-perredista.

abarloventotam@gmail.com

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