Con la entrega de la constancia de mayoría de votos a Américo Villarreal Anaya el sábado, el Instituto Electoral de Tamaulipas (Ietam) concluyó oficialmente el proceso para la renovación de la gubernatura. Lo que sigue ahora, es volver a la realidad, no la retratada por los tres candidatos durante las campañas, sino la que viven más de 3 millones y medio de tamaulipecos.

Ahora, ya con la constancia en la mano y pasados los primeros festejos por el triunfo oficial, el virtual gobernador deberá darse tiempo suficiente para emprender un trabajo tanto o más agotador que el de la campaña, porque implica iniciar una titánica labor de diálogo y reconciliación. Esto es lo que se necesita urgentemente.

Esta es una condición esencial, indispensable, para comenzar a construir el modelo de gobierno que ofreció Américo y en el que muchos tamaulipecos confiaron y le dieron su voto para hacerlo realidad. No va a ser fácil y no porque los que ya se van le vayan a poner las cosas difíciles, sino porque la misma naturaleza de las promesas anticipa que habrá complicaciones.

Comenzar una amplia y permanente actividad que busque el diálogo con quienes no compartieron su visión y optaron por una alternativa diferente, es algo que Villarreal deberá hacer sí o sí, para enviar un mensaje de prudencia, de equilibrio, de tolerancia y de diferencia con el modelo nacional vigente, en donde el radicalismo es una constante.

Las campañas de Tamaulipas profundizaron la polarización que ya había. Confrontaron a familias y amigos, a vecinos y a compañeros de trabajo. La lucha por el poder siempre es encarnizada cuando se cruzan el interés de los que no se quieren ir con las ansias de los que buscan llegar y los resultados siempre son malos para la mayoría. Eso lo vimos claramente aquí.

Tamaulipas requiere ahora -en su verdadera realidad, no en la de las campañas- que haya quien con liderazgo real o nominal, asuma el reto de impulsar una amplia reconciliación entre todos. Es un compromiso que se tiene que enfrentar y cumplir, porque sin unidad y con resentimiento social no se podrá hacer todo lo que se prometió.

Y no se trata de ser condescendientes con la ineficiencia, la corrupción o la mezquindad de quienes en estos últimos años hayan actuado indebidamente en el servicio público. O de tolerar a quienes en las campañas mostraron su verdadero rostro y le apostaron a la ruindad, pero si el nuevo régimen quiere mostrarse diferente, deberá partir de ahí para reconstruir la proverbial unidad de los tamaulipecos.

Ese debe ser un primer paso, inevitable, deseable, urgente, para que antes de que Américo tome posesión de cargo exista un ambiente sin tanta tensión social, sin tanta crispación, sin deseos apenas contenidos de venganza. Porque de que los hay, los hay. Son muchos los desplazados, los agraviados, los que quieren el desquite.

Por otro lado, Villarreal tendrá que definir cómo se va a empezar a trabajar para buscar hacer realidad los principales ofrecimientos hechos a grupos sociales, sectores productivos y en general, a la sociedad. Del norte al sur, de la costa a la montaña, de los municipios prósperos a los marginados, hay muchas personas esperando ver que haya cambios notables en comparación con lo que se ha visto en el sexenio que agoniza. Y los cambios, no es una obviedad decirlo, tendrán que ser positivos para la gente.

Después de los festejos lo que sigue es mostrar la voluntad para reconciliar a los cientos de miles de tamaulipecos que no apostaron por el proyecto ganador. Finalmente, si tomamos en cuenta el abstencionismo y los votos por otras alternativas, 3 cuartas partes de los votantes aún se resisten a la llegada de la Cuatroté y lo mostraron con su decisión de no ir a las urnas o de sufragar por otras opciones. Eso no debe olvidarse.

Pero también la integración del gabinete será determinante en el posible éxito de la nueva administración, porque será un primer mensaje sobre la voluntad de hacer las cosas que los ciudadanos quieren. Analizar los perfiles, anteponer la capacidad a los méritos de campaña, revisar que los funcionarios tengan sí, honestidad, pero sobre todo preparación para ejercer los cargos, tiene que ser algo básico.

Revisar los nombres, sopesar el impacto en el ánimo social que tendrá su inclusión en el gabinete y procurar evitar que lleguen personas -sean hombres o mujeres- manchados por la sospecha de relaciones con personajes ligados a hechos ilegales, nos dirá hasta dónde se quiere llegar en esto de limpiar la administración pública.

Pero bueno, habrá tiempo suficiente para eso, pero mientras, Américo tiene el compromiso de ver cómo se tendrá que trabajar desde el nuevo gobierno en lograr a reconciliación y evitar dividir más a los tamaulipecos que piensan diferente, porque son muchos.

ESCOTILLA

Ya en su rol como gobernador electo de Tamaulipas, Américo Villarreal Anaya asistió a la Convención Morenista efectuada ayer en Toluca, Estado de México, entidad que la Cuatroté tiene en la mira para sumarla a su colección en los comicios del próximo año.

Américo se reunió con integrantes del gabinete federal que acudieron al evento partidista y compartió algunas experiencias obtenidas en la campaña anterior. El encuentro fue una oportunidad para que Villarreal hiciera compromisos de colaboración con gobernadores en funciones y electos de su partido.

Un hecho que llama la atención acerca de la relevancia que comienza a tener Américo en las filas del partido, es que fue uno de los oradores del acto llamado “Unidad y Movilización para que siga la Transformación”, al que asistieron personajes como Marcelo Ebrard, Adán Augusto López y Claudia Sheinbaum, la favorita de Palacio Nacional.

abarloventotam@gmail.com

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