Ayer lo dijo Eduardo Govea Orozco, representante de Morena ante el Instituto Electoral de Tamaulipas (Ietam): La de la impugnación ante los tribunales, es una batalla perdida para el PAN.

Según él, la solicitud para anular la elección se hizo fuera de los tiempos legales, no se expresaron las causas de la nulidad que se demanda y tampoco se siguió el procedimiento de pedirlo ante los consejos distritales.

El representante morenista ha dicho que los panistas están en su derecho de acudir a las instancias legales correspondientes, pero sostiene que ellos mismos ya saben que no hay elementos y tampoco sustancia para que la queja proceda.

Claro que se trata del punto de vista de una persona con evidente interés en una de las coaliciones que participaron en los comicios del 5 de junio, pero es ni más ni menos que la alianza que ganó con una diferencia abrumadora de votos. Es decir, no es cualquier opinión.

Son muchos quienes piensan que efectivamente el PAN tamaulipeco se enfrenta a una batalla perdida, que está yendo a los tribunales con una causa que de antemano ellos mismos saben que no tiene futuro.

Esa es la percepción pública, la de los resultados contundentes, la de la derrota del grupo en el poder y de la llegada de un nuevo equipo que tal vez en el fondo no tiene mucho de diferente, pero que representó la oportunidad de cobrar los agravios.

Hace días platicaba con una persona que con vehemencia hablaba de su convicción de que el Tribunal Electoral invalidaría las elecciones y convocaría a un nuevo proceso electoral. Me decía que hay suficientes elementos para que los magistrados consideren anular los comicios y ordenen que se repongan en unos meses. Y con seguridad me decía que si esto sucedía, ganaría la coalición PAN-PRI-PRD.

Al margen de que yo entiendo su apasionamiento por un proyecto al que se ligó porque desde el gobierno estatal se encargaron siempre de hacerlo creer que era parte del primer círculo -sin serlo-, creo que esta persona perdió de vista la necesidad de ser objetivos, de evaluar con serenidad las cosas y de ser autocríticos. Vamos, se convirtió en uno de ellos, a pesar de ni siquiera ser panista.

Sobre esto, me parece que independientemente de lo que decidan los magistrados del Tribunal Electoral, Morena ya ganó la batalla de la percepción pública. Desde los minutos posteriores al cierre de las casillas, supieron instalar en la opinión pública la idea de un triunfo irreversible. Por el lado del PAN, las fallas que ya traían en su equipo de propaganda se hicieron más evidentes.

No me atrevería a decir que la de los tribunales es una batalla perdida para el PAN y para Francisco, el gobernador, quien parece el más interesado en llevar la impugnación hasta las últimas consecuencias. De lo que sí estoy seguro es que si a final de cuentas las autoridades le dan la razón al blanquiazul, en la percepción pública será difícil que permee esa decisión y en unos comicios extraordinarios, difícilmente van a ganar.

LOS PEDAZOS DEL PRI

Del PRD prácticamente no hay quien se preocupe por lo que va a suceder, ahora que perdió como parte de la coalición con el PAN y el PRI, pero en donde sí hay quienes están pensando cual será el siguiente paso es en el tricolor.

En el PRI se quedaron muchos de quienes se mantenían con la convicción de que hay que tener gratitud con el partido que les dio oportunidades de hacer una carrera política.

Mientras muchos se fueron sin rubor a Morena tan pronto el tricolor empezó a perder posiciones, poder y recursos, otros se quedaron a tratar de reorganizar las cosas.

Pero no les han salido bien y ahora son víctimas de una relación enfermiza y de sumisión más que al PAN, al actual grupo en el poder. Las consecuencias de haber accedido a ser comparsa para sobrevivir como partido están a la vista.

Hoy muchos se preguntan qué va a pasar con el PRI, quién va a recoger los pedazos, a levantar las mesas y las sillas, hacer la limpieza y a tratar de recomponer al partido con miras al 2024. Hay priístas que sí tienen convicción todavía, así como existen muchos que son muy flexibles en su lealtad partidista.

Ellos tienen dos opciones: Continuar en lo que queda del PRI y buscar efectivamente que se reorganice, se fortalezca y sea una opción competitiva…o se van como muchos de una fe partidista endeble a Morena, en donde más del 90 por ciento de sus principales cuadros son priístas pintados de color guinda.

ESCOTILLA

En el PAN de Tamaulipas tampoco andan las cosas tan diferentes: El deterioro de la imagen del partido no se debe a la militancia, al panismo tradicional, sino a quienes con ineficiencia y soberbia se apoderaron del blanquiazul para hacerlo un instrumento para cumplir caprichos personales.

En este sentido, la pegunta no es si se tiene que ir Luis René “Cachorro” Cantú, sino cuándo, antes de que siga causando más daño al partido.

Si el panismo tradicional de Tamaulipas decide actuar ya, debe darse pronto un relevo en la dirigencia estatal y comenzar por desterrar toda señal de quienes convirtieron al PAN en una oficina de partes, en un mero cascarón al servicio de unos pocos, poquitos personajes bien identificados que se tienen que ir, pero que niegan la realidad.

abarloventotam@gmail.com

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