Exactamente dentro de 100 días terminará la primera alternancia en la historia del gobierno de Tamaulipas. Este primer cambio de partido en el poder local fue efímero por varias razones.

A partir de hoy, la burocracia imprime más intensidad a su trabajo para concluir los proyectos que están en marcha, para cuadrar las cuentas, para justificar erogaciones y para buscar que quienes lleguen encuentren las cosas lo mejor posible. Sin tantas complicaciones, se entiende.

En todas las áreas de la administración estatal se comenzó a trabajar ya en el cierre de planes, en la preparación de documentos, cuentas, detalles e información que se les va a requerir como parte del proceso de entrega-recepción entre los que se van y los que llegarán. Como antes, en esta ocasión no se prevé que haya ausencia de entendimiento.

Claro, si hacemos caso a lo que dice la ley, tendríamos que esperar allá por agosto o setiembre a que los magistrados del Tribunal Electoral, sea el de Tamaulipas o la Sala Regional de Monterrey definan si la impugnación del PAN es fundada y entonces toma una decisión respecto a la legalidad de los comicios que ganó Américo Villarreal Anaya. Pero en los hechos, la marcha del tiempo es inexorable.

El último tramo de la administración de los “Vientos de Cambio” será difícil para quienes se acostumbraron desde el gobierno a disfrutar de los beneficios del poder, del favor y los privilegios de la cercanía con el proyecto que pretendió ser transexenal y se topó con la revancha de los agraviados en todo el territorio estatal.

Una prueba muy clara retrata la forma como se hicieron siempre las cosas: Reynosa, la propia ciudad que es origen del proyecto que agoniza en el ejercicio del gobierno, está en manos de un grupo político rival. Y peor: Ahora ese bando antagónico está en el partido que ganó las elecciones y tiene sed de desquite.

Si en casa -hablando en sentido figurado-, no fue posible que el proyecto de los que ya se van pudiera ganar una sola elección directamente o a través de sus personeros, difícilmente iban a tener el triunfo en los comicios pasados, pero eso no se entendió.

Los 100 días que faltan para terminar la actual administración serán intensos y tensos, difíciles de asimilar porque lo que se pensó sería por un largo tiempo, se tiene que entregar. Y no solo el poder: también todos los recursos y lo que implica estar al frente de un estado tan importante económica y geopolíticamente como Tamaulipas.

En unas semanas más podremos ver el rumbo que toma el último tramo de los Vientos de Cambio, cuando conozcamos los nombres de las personas que designe el gobernador electo Américo Villarreal, para integrar la comisión de entrega-recepción. Entonces vendrá lo bueno.

Y digo lo bueno porque veremos el desempeño de los funcionarios principales y sus subordinados más cercanos, entregar documentos, informes, proyectos, adelantos de presupuestos y hasta comprobantes de viáticos y el inventario de bienes bajo su responsabilidad.

Como sucede siempre, aunque haya alguien que cumpla al pie de la letra y de la ley lo que se tiene que informar y poner en manos de los que llegan, nunca falta algún detalle. Nunca.

En estas semanas que faltan para el cambio de gobierno, tendremos la oportunidad de ir conociendo de propia voz de los que reciban, el estado en el que les dejan la administración estatal, los pendientes y las áreas de oportunidad que deben atenderse con prioridad.

Se sabe que en el equipo del gobernador electo existe enorme interés por que los ciudadanos estén al tanto de todo, de las cosas que tienen que mejorarse, de las que hay que desterrar y de la forma en que miles de tamaulipecos quieren que se conduzca el destino de la entidad. Ya falta menos. Sí, son 100 días, pero…

ESCOTILLA

En el Congreso de Tamaulipas, los diputados nos siguen dando espectáculos deprimentes: Acusaciones de unos a otros, comportamientos alejados de lo que debería ser un representante popular, posturas diametralmente opuestas a lo que es el compromiso con los intereses de los ciudadanos y una visión marcada por la predominancia partidista.

No podría aventurarme a decir que tenemos a la peor Legislatura local en las últimas dos décadas, pues como antes, cuando el viejo PRI era el partido hegemónico en México y en Tamaulipas, hay diputadas y diputados que pasan desapercibidos por su mediana capacidad o por su inocultable incapacidad para ser un representante popular que legisle en favor de la gente. Es lamentable.

abarloventotam@gmail.com

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