Ha pasado casi una semana, pero el tema no deja de tener vigencia. Por el contrario, creo que es el comienzo de un período en el que el asesinato de dos religioso jesuitas en la sierra Tarahumara, será el referente para el giro que tendrá la narrativa que se opone a la política de abrazos que reparte el gobierno federal.

Mas que por tratarse de dos muy queridos integrantes de la orden jesuita en México, por el mensaje de impunidad que se envía a la sociedad, de tolerancia a la delincuencia, de cinismo ante los hechos irrefutables, es lo que creo que dará una dinámica diferente a la forma en que desde el poder y la sociedad se ve la complacencia con los criminales.

Para tratar de entender bien la reacción del alto clero representado por la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) y de la Orden de la Compañía de Jesús -a la que pertenece el Papa Francisco-, hay que leer detenidamente los comunicados en donde se informa y condenan los asesinatos, además de exigir una respuesta pronta de las autoridades.

Por supuesto, lo que dicta la corrección política es una cosa y lo que encierran los documentos hechos públicos por la jerarquía eclesiástica, por los jesuitas y hasta por el Papa, dicen otra. En el fondo, siguiendo un estilo muy propio del actual pontificado, no se nota una confrontación abierta con las autoridades, pero sí una demanda de que se reconsidere la idea de repartir abrazos a los criminales en vez de aplicar la ley, como debería ser.

Alguien en el gobierno federal con verdadera influencia en el Presidente debería estar atento y leer entre líneas el mensaje de los jesuitas, reiterado por el Episcopado y referido por el Pontífice. Alguien, quien cuente con la suficiente lucidez en la Cuatroté debería estar ya haciendo lo necesario para aplicar un control de daños buscando resolver la situación.

Tener claro que lo que ahora está demandando esa congregación religiosa tan influyente en la vida social y económica del país y del mundo no es cosa menor. Si hasta ahora los jesuitas y la CEM se habían mantenido en un discreto papel de observadores de la errada política de “abrazos, no balazos”, las cosas cambiaron.

Cierto: Son más que dos queridos religiosos los que han perdido la vida en México, porque los conteos indican que son más de 122 mil los homicidios dolosos registrados en lo que va de esta administración que ya es la más sangrienta del último cuarto de siglo.

Pero es hasta ahora que tocan a dos de los suyos que parece que esos sectores tan importantes en la vida del país han comprendido que es momento de plantarse, con respeto a la institucionalidad, pero con firmeza ante un gobierno que parece estar más de lado de los delincuentes que de los ciudadanos a los que tiene la obligación de cuidar y proteger.

Si este doble homicidio no sirve para despertar del letargo en el que están miles, millones de seguidores del Presidente, quienes han justificado su proceder de no aplicar la ley para no perturbar a los criminales, entonces me parece que lo que viene en el último bienio del gobierno va a ser todavía más duro para todos.

¿Por qué? Porque entonces, si la base social de Andrés Manuel lo sigue apoyando en esta postura a pesar de lo desastroso de su política de dejar hacer a los criminales y de que ha abierto nuevos frentes de batalla en la sociedad, todo indica que el Presidente mantendrá ese rumbo hasta el final, al costo que sea. Y lo malo es que el costo lo seguirá pagando la sociedad en general, no solo sus adversarios.

Una duda sigue inquietando a muchos, a millones de mexicanos: ¿Va Andrés Manuel a persistir en su idea de que a los criminales no se debe aplicar a ley y en cambio, se les debe tolerar, complacer, considerar, abrazar? ¿O por fin de va a decidir a cumplir con su responsabilidad como autoridad y va a aplicar la ley?

La condena del Papa Francisco y la demanda de justicia que ha hecho la Compañía de Jesús y diversas órdenes religiosas e iglesias en México, parece ser que van a ser un parteaguas en la forma de ver cómo se combate a los criminales.

LA MALA NOVELA DEL PAN

Ya el representante de Morena ante el Ietam lo había advertido, pero ayer lo reiteró el delegado especial del partido en Tamaulipas, Lucio Ernesto Palacios: La impugnación hecha por el PAN a las elecciones del 5 de junio es una mala novela.

De ese recurso de inconformidad se ha dicho que no está bien fundamentado, que no tiene sustento, que es mera pantalla para evitar reconocer las resultados y la derrota y ahora, que es una mala novela.

El tema da para más. El lunes les platico con detalle.

abarloventotam@gmail.com

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