No es un secreto que el triunfo de Morena en las elecciones de hace un mes, vino a trastocar los planes que tenían en los partidos aliancistas que pugnaron por la continuidad en Tamaulipas, sobre todo del PAN, que aspiraba a retener el poder al menos seis años más.

El blanquiazul, igual que el PRI, Movimiento Ciudadano y el PRD se convertirán otra vez en la nueva oposición en el estado a partir del 1 de octubre, aún y cuando los azules logren mantener por un tiempo la presidencia de la Junta de Coordinación Política o ese coto de poder que le entregó el Congreso la semana pasada en la figura del Fiscal General del Estado.

Al PAN, PRI, PRD y Movimiento Ciudadano les urgen cambios profundos en Tamaulipas, para que asuman su rol de oposición en la escena política durante los próximos seis años con escala en 2024, en que se renovarán el Congreso, los 43 Ayuntamientos, el Senado y por supuesto, la Presidencia de la República.

Para estar en condiciones de construir opciones atractivas para los ciudadanos, los cuatro partidos tendrán que hacer un análisis autocrítico para determinar qué es lo que urge hacer y qué es lo que puede llevarse un poco más de tiempo, pero es preciso lograr.

Por ser hasta ahora el partido en el poder, del PAN es del que se espera primero una acción rápida para buscar recomponerse y poder comenzar a convertirse en una alternativa electoral interesante para los ciudadanos, en el mediano plazo. No significa que los otros partidos no deban hacer lo propio, pero en este caso el blanquiazul es quien atrae el interés por su condición.

Acción Nacional tiene el tiempo en contra porque en menos de 3 meses inicia un nuevo gobierno, de otra filiación y con diferente forma de ejercer el poder. Los panistas ya debieron entender a estas alturas que haber dejado el partido al capricho de unos cuantos, muy pocos, les resultó una mala apuesta.

Tarde se dieron cuenta los azules de que tuvieron que cargar con los negativos de actores externos muy vinculados al partido. Mejor dicho, con elementos que se apoderaron del instituto político, lo sometieron y lo degradaron a una mera oficina de partes y trámites para registrar candidaturas.

En el análisis de varios escenarios políticos, el PAN tenía posibilidades de ganar la elección de Tamaulipas, de acuerdo con encuestas que se hicieron en el estado el año pasado, cuando aún no se definía la candidatura que finalmente se impuso. El panismo tradicional quería sentirse representado por alguien que se identificara con la ideología del partido, pero fue avasallado. Ahora está en el momento justo de responder.

Esa será la siguiente batalla del PAN, la interna, la que busque recuperar para los panistas tradicionales el partido que tiene raíces aquí, en el estado y específicamente en el sur. Los militantes tradicionales, los que se identifican con la historia ideológica y de lucha del blanquiazul, están por empujar el cambio que se necesita para convertirse en una oposición capaz de ser un contrapeso institucional en el nuevo gobierno.

Pero esto no está exento de riesgos, también, internos. Los más visibles son los que representan los intereses de un grupo que se apropió del PAN estatal y que con yerros fue haciendo que perdiera posiciones políticas y lo más grave, la confianza de miles de ciudadanos. Es un peligro inminente porque tampoco querrán perder el control del partido, a pesar del rechazo recibido hace un mes.

Sin embargo, no todo está perdido porque los panistas de toda la vida saben que desde adentro tienen que impulsar los cambios que necesita urgentemente el partido. Que debe haber un sacudida de estructuras burocráticas, quizá hasta del Consejo Estatal, para que desde ahí permee hacia abajo, a los municipios, una renovación que pasa obligadamente por el relevo en la dirigencia.

Si los panistas quieren que el partido se mantenga como una opción viable en Tamaulipas, tienen que lograr resolver pronto esas diferencias internas que se exacerbaron durante la campaña pasada. Por fuerza, deben pugnar por un cambio de nombres y de rostro en la dirigencia, en los órganos de dirección.

También, trabajar en la formación de nuevos cuadros, replantear su relación con la sociedad y con los sectores productivos. Enviar un mensaje de verdadera intención de cambio. Que hacia afuera del partido se vea que mientras los personajes son efímeros por sus ciclos, el instituto permanece.

Pueden empezar por exigirle su renuncia al todavía encargado Luis René “Cachorro” Cantú y de ahí, seguir con una depuración de elementos que estén plenamente identificados con quienes secuestraron al partido y le impusieron decisiones que, ya vimos, resultaron catastróficas para ellos y para el mismo PAN. No es necesario decir más: El que entendió, entendió.

LA DISYUNTIVA DEL PRI

En el mismo escenario de recomposición, el PRI está ante la disyuntiva de seguir acompañando al PAN en su proceso de renovación para fortalecerse juntos en el mediano plazo o bien, se vuelve ahora un apéndice de Morena, así como son el Verde y el PT.

Con apenas dos diputados que llegaron forzadamente al Congreso y han tenido que plegarse a las presiones venidas desde la fracción panista y de algunas oficinas externas, el tricolor no tiene demasiadas opciones para continuar en la vida política de Tamaulipas.

Y aunque el dirigente estatal Edgardo Melhem Salinas quiera continuar al frente del partido, resistiendo los embates que no pocos militantes realizan para tratar de quitarlo, paradójicamente esa podría ser la divisa con la que pueda negociar su apoyo a la bancada morenista a partir de octubre.

Si desde el nuevo gobierno le auxilian quitándole presión de sus compañeros a cambio de apoyar las iniciativas de Morena en el Congreso, Melhem y su compañera Alejandra Cárdenas podrían dar un giro a la actuación que hasta ahora han tenido en el Legislativo. Nada puede descartarse, por como vienen las cosas y porque además, Melhem apoyó casi obligadamente la alianza que no pudo ganar las elecciones pasadas. No hace falta pensar mucho para visualizar el escenario.

abarloventotam@gmail.com

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