Leyendo ayer en un medio especializado en el sector energético, algo me llamó la atención: Una nota decía que a pesar de los esfuerzos realizados por el gobierno federal, cada vez más gasolineras estaban dejando de preferir a Pemex como su principal proveedor.

Esto implica que llamada Empresa Productiva del Estado (¿) ha perdido poco más del 40% de sus clientes cautivos en el sector gasolinero, lo que se traduce en la reducción de sus ingresos por concepto de venta de combustibles y el achicamiento de su red de distribución.

¿Por qué los gasolineros mexicanos le están diciendo adiós a Pemex, como para ocasionar que la empresa pública resienta la pérdida de buen número de sus franquiciatarios? No es difícil responder a esa pregunta cuando se hace un recuento del entorno en el que tienen que competir.

El presidente López Obrador tiene una idea muy particular acerca del papel de Pemex en la economía, entendiendo a la empresa más como un generador de desarrollo económico pero sin que se sujete a todas las reglas del mercado, sino atendiendo criterios oficiales que tienen que ver más con el control oficial.

Las diferencias en la interpretación entre el oficialismo y los sectores productivos sobre los conceptos de soberanía energética, de competitividad empresarial, de eficiencia en un entorno de economía global y de la función de Pemex en ese contexto, son lo que marcan en buena medida el rumbo de Pemex y lo que determinan las acciones del gobierno.

Los conocedores del tema han recordado que desde el inicio de la actual gestión, Andrés Manuel ha impulsado acciones regulatorias tendientes a buscar que Pemex regrese al papel preponderante que tenía en los años dorados del Priato, en los que la generosa renta petrolera ayudaba a financiar el gasto corriente del gobierno, hacer obras a diestra y siniestra y apuntalar la política social.

En México, Pemex tiene una red de 6 mil 858 estaciones de servicio operando la franquicia para la venta de gasolinas y combustibles, pero desde que la Cuatroté decidió aplicar su muy particular visión de cómo se maneja el negocio, las cosas cambiaron. Antes de la pérdida de franquiciatarios eran 11 mil 600 permiso para manejar las gasolineras de la empresa estatal. En Tamaulipas, son poco más de 560 establecimientos de este giro.

La pérdida de casi la mitad de sus puntos de venta es un golpe financiero y de imagen para Pemex, pues además de dejar de contar con una mayor oportunidad de comercializar sus productos, el hecho de que muchos gasolineros decidieran ser distribuidores de numerosas marcas extranjeras, habla de la manera en que desde el gobierno se entiende la forma de manejar el negocio.

Con la reforma energética, la apertura del mercado mexicano permitió a las empresas extranjeras entrar con sus marcas al hasta entonces coto exclusivo de Pemex, logrando atraer a empresarios que ya estaban en el sector y haciendo crecer sus redes de distribución.

Hoy en día, reportes de organizaciones como la Onexpo y el propio Pemex confirman que el avance de las compañías extranjeras es sólido y tiene una visión de largo plazo, a pesar de las trabas legales que representa la política pública de la Cuatroté en este rubro.

Ahora, las opciones que tienen los consumidores mexicanos son muchas y eso es bueno porque no tienen que depender del servicio no siempre satisfactorio que brindan numerosos franquiciatarios de Pemex.

Marcas como Mobil, Sunoco, Oxxo Gas, Soriana Gas, G500, Total y Gulf tienen presencia en Tamaulipas y forman parte del amplio abanico de alternativas para los consumidores.

Lo que la apertura del mercado ha logrado se nota en la variedad y en el precio de las gasolinas, así sea de manera apenas perceptible.

Pero en donde se nota más la diferencia es en el servicio y el enfoque en la calidad. En eso, a Pemex le sigue faltando mejorar.

abarloventotam@gmail.com

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