Mientras recién se había aprobado en el Senado que los militares continuaran en las calles hasta 2028, haciéndose cargo de labores de seguridad pública, algo que se le endosó como responsabilidad hace unos 15 años, llegaron a Tamaulipas 600 elementos adicionales a los que ya operan en la entidad.

El objetivo primordial es reforzar las acciones que realiza la institución armada coadyuvando con la Guardia Nacional y la Marina en la prevención y atención de delitos de índole federal, especialmente los relacionados con las bandas criminales que provocan un aumento en los índices de delitos de alto impacto.

La llegada de los elementos militares es una buena señal en el inicio del nuevo gobierno estatal, porque ratifica el respaldo federal a las acciones que se han planeado para mantener el buen nivel de seguridad en la entidad, especialmente en la zona sur.

El gobernador Américo Villareal ha dicho en público y en privado que con la seguridad no se juega, que la tranquilidad de los tamaulipecos es una prioridad y que mientras se concreta el proyecto de crear la Guardia Estatal, es necesario descansar y apoyarse en las instituciones federales como la Guardia Nacional, la Secretaría de Marina Armada de México y por supuesto, el Ejército Mexicano.

Villarreal tomó de inmediato la palabra y el ofrecimiento que hizo el presidente López Obrador para ayudarle en lo que requiera para mantener seguro y tranquilo el estado, para que recupere márgenes de maniobra y pueda consolidar la llegada de la Cuatroté. Por eso llegaron tan rápido los militares.

Aún y con toda la polémica generada en torno al Ejército, por la filtración de miles de documentos que fueron obtenidos mediante el hackeo de sus bases de datos, las fuerzas armadas han seguido operando en los hechos como si eso no hubiera sucedido. En la formación de los soldados, desde la tropa hasta oficiales y jefes, está implícito el deber y la lealtad institucional, sobre todo, con el país.

Más allá del evidente desgaste en la imagen y del golpe a la percepción favorable que sigue teniendo el ejército entre la población, por los temas que involucra la acción -o inacción- de la institución en casos delicados, por lo pronto debemos ver y apreciar la utilidad de que sigan haciéndose cargo de lo que los civiles no han podido.

Y sí, entre esas cosas, que estén al frente de una lucha que desde la Presidencia no se ha querido tomar en serio contra la delincuencia. Ante el fracaso del gobierno federal contra la inseguridad, no nos quedan muchas opciones, pero el ejército sigue siendo quizá la menos mala.

Una de las cosas que recuerdo de los años en los que hice mi Servicio Militar fue que, desde el primer día se nos recordó la responsabilidad que teníamos como ciudadanos. Y, además, para reforzar eso, a quienes cumplimos con esa obligación ese año se nos instruyó en legislación militar, adiestramiento, sanidad, comunicaciones y hasta fuimos asistentes asiduos a prácticas de tiro.

De todas las cosas que vimos, la parte de legislación y los valores de amor por el país y de la responsabilidad cívica de la protección interior quedaron como marcas indelebles.

Por eso respeto enormemente a la institución, reconozco su lealtad y la disciplina castrense. El férreo carácter de la inmensa mayoría de los militares y su entrega a la tarea que se les ha encomendado, aún a costa de arriesgar sus vidas.

Esa misma razón es la que me hace entender que quienes llegaron a Tamaulipas y quienes ya estaban, vienen a hacer un trabajo arduo, de enorme importancia para los ciudadanos. Eso me hace no soslayar, pero sí situar en su justa dimensión el golpe a su imagen, propinado por quienes vulneraron su seguridad cibernética.

Creo, como Américo, que con la seguridad no se juega, que con la tranquilidad de los ciudadanos no se puede experimentar y que, por tanto, solicitar y recibir toda la ayuda posible siempre es mejor que arriesgarse a perder lo que ya tenemos.

abarloventotam@gmail.com

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