Hasta hace poco más de tres meses, la desinformación generada por adversarios de la Cuatroté en Tamaulipas había tomado la ventaja en esto de generar rumores, alentar la creación de una percepción distinta y hasta sugerido que el estado se encontraba inmerso en una espiral de violencia.
La designación de Jorge Cuéllar Montoya como Vocero de Seguridad del gobierno estatal vino a darle un giro a la forma en la que la sociedad se enterada de lo sucedido en este rubro en las principales zonas del estado, al enfocarse en proporcionar información precisa, oportuna y despojada de matices que la volvían materia prima ideal para la especulación.
Sin tratar de minimizar los hechos de violencia registrados, el funcionario vino a ser la cara de un gobierno que en coordinación con la Federación se esfuerza por recomponer lo que estaba mal y en mejorar los estándares de tranquilidad de la población.
Cuéllar Montoya dio a conocer ayer un dato que es por demás interesante: Tamaulipas se ubica por debajo de la media nacional en la medición de siete delitos de alto impacto, al colocarse en el sitio número 12 de las 32 entidades federativas, de acuerdo con las mediciones del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP) durante agosto.
La tendencia hacia la mejora de los estándares de seguridad de los tamaulipecos se sustenta en el seguimiento que diariamente se hace en las Mesas de Construcción de Paz el gobernador Américo Villarreal Anaya, coordinando las acciones que se implementan tanto de las autoridades federales como las estatales en cada región.
El vocero de seguridad también fue enfático cuando afirmó que Tamaulipas compite con otros estados que tienen menor registro de delitos cometidos, así como en la reducción del índice de los de alto impacto, algo que en comparación con el pasado reciente resulta contrastante.
En consideración el funcionario, el estado es hoy en día el más seguro de todos los de la frontera norte de México y eso es motivo para destacarlo, dada la complejidad de la lucha contra quienes promueven la inseguridad en el país.
EL 68, MORENA Y EL POLICíA QUE VA POR LA CDMX
Lo comentaba en este espacio hace semanas: Tras haber sido desinflado en la carrera interna por la candidatura presidencial de Morena, al senador Ricardo Monreal le quedaba como última opción la posibilidad de ser postulado a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, a menos que decidieran dársela al secretario de Seguridad capitalino, Omar García Harfuch.
Ayer al mediodía, García Harfuch anunció que está listo para ser el coordinador de los comités de defensa de la Cuatroté, lo que en los hechos lo convertiría en virtual candidato de Morena al cargo que antes ocupó Claudia Sheinbaum.
Omar es considerado en algunos círculos políticos y de seguridad como “el mejor policía de México”. Es un sujeto preparado en el país y el extranjero, es policía de carrera y pertenece a la tercera generación de una familia de personas ligadas al sector militar y de seguridad.
Su abuelo, el general Marcelino García Barragán era el secretario de la Defensa Nacional cuando ocurrió la masacre de estudiantes el 2 de octubre de 1968. Su padre, Javier García Paniagua fue Comandante de la Dirección Federal de Seguridad de 1976 a 1978, años en los que continuó la leyenda negra de esa institución como responsable de miles de desapariciones forzadas, espionaje político y colusión con los primeros grupos criminales que traficaban droga a Estados Unidos.
Pero Omar pertenece a una nueva generación y sería injusto trasladarle los negativos y los pecados del abuelo y del padre, quien fuera además dirigente nacional del PRI y aspirante a la candidatura presidencial en 1981.
García Harfuch se ganó la simpatía de muchos cuando sobrevivió a un ataque armado atribuido a un grupo delincuencial del occidente del país. Desde esa posición y con base en los resultados de su trabajo como secretario de Protección Ciudadana, parece haberse ganado el apoyo casi unánime de los morenistas de la capital del país para disputar la Jefatura de Gobierno.
La historia familiar que precede a Omar no parece haberle importado mucho a López Obrador, a pesar de que durante años fue crítico de la manera en la que el viejo sistema priísta instrumentó la guerra sucia que estuvo a cargo de la DFS, en la que el padre de Omar fue comandante.
Omar, colaborador cercano de Claudia Sheinbaum en la Ciudad de México es la carta propuesta por ella para que sea su sucesor. Con su virtual candidatura, Omar García Harfuch podría convertirse en el próximo Jefe de Gobierno de la Ciudad de México y de ahí, esperar unos 3 o 4 años antes de proyectarse para algo más grande. Es lo más cercano a lo que Andrés Manuel ha dicho sobre el relevo generacional. Pero falta tiempo y en estos años pueden suceder muchas cosas.
ESCOTILLA
A finales de mayo de 2016, la víspera de la elección por la gubernatura que perdería el PRI, el futbolista victorense Alan Pulido fue secuestrado en la capital del estado. Menos de 24 horas después, el entonces gobernador Egidio Torre Cantú aparecía públicamente con el deportista, quien según la versión oficial fue quien personalmente sometió a uno de los secuestradores que lo mantenían en una casa de seguridad.
El supuesto secuestro -que muy pocos creyeron y vieron más como una treta de Egidio-, le acarreó al tricolor una mayor carga negativa en los comicios, a Egidio mayor desconfianza de la gente y a Pulido, más de una burla socarrona por lo dudoso del hecho.
En ese plagio, cuando la presión mediática aumentaba, Egidio pidió el apoyo de Omar García Harfuch, entonces encargado del área de atender los secuestros, en la Secretaría de Seguridad Pública federal que encabezada Genaro García Luna, hoy detenido en Estados Unidos por diversos delitos y convertido por el gobierno de López Obrador en un estandarte de la corrupción y la complicidad oficial con el crimen organizado.
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