No puede entenderse de otra forma: Las palabras elogiosas que ha prodigado el Presidente López Obrador al gobernador de Nuevo León, Samuel García, deben entenderse como un dulce envenenado que Andrés Manuel entrega al joven mandatario norteño.

Las almibaradas palabras de López Obrador para los oídos de Samuel deben interpretarse como la manera más eficaz de acicatear la ambición personal del joven que llegó al poder de la mano -literalmente-, del impacto que tuvo su esposa Mariana Rodríguez en las masas que decidieron la elección en Nuevo León.

Aunque inicialmente Samuel fue visto como la alternativa menos mala en un estado desencantado del gobierno del independiente Jaime Rodríguez “El Bronco” y de las administraciones del PRI y del PAN que se desgastaron por el ejercicio del poder de manera alternada.

Samuel llegó al escenario político de Nuevo León con un modelo disruptivo de hacer campaña a través de las redes sociales, con un lenguaje coloquial y una actitud envalentonada. A pesar de eso, no le alcanzaba para mucho hasta que los candidatos del PRI y Morena -ambos priístas de origen-, comenzaron a darse hasta con la cubeta en la lucha electoral.

Entonces el entonces senador de Movimiento Ciudadano se convirtió en la opción de la Cuatroté para no entregarle Nuevo León al “PRIAN”, como gustan llamarles Andrés Manuel y Samuel. Desde ahí debieron encenderse las luces de alarma de la verdadera oposición al actual régimen, pero no se dieron cuenta.

Ahora, primero en julio y después esta semana, Andrés Manuel ha vuelto a decir que Samuel García sería un buen candidato de Movimiento Ciudadano a la Presidencia.

Otra vez, la lisonja disfrazada y la indicación aparentemente ingenua con sus comentarios para que busque la candidatura presidencial y deje de lado las aspiraciones de Marcelo Ebrard.

Pero Samuel ya está entrampado entre la inexperiencia en el trato político con sus adversarios -no tiene mayoría en el Congreso y además, está peleado con panistas y priístas-, la ambición por querer seguir creciendo, los compromisos inconfesables con Andrés Manuel y el recelo de los grandes grupos empresariales que lo apoyaron para levarlo al poder, que ahora lo ven como uno más. Como Rodrigo Medina, como “El Bronco”. Como los que hacían la vieja política que tanto cuestiona García.

Los afines a Samuel en Movimiento Ciudadano creen que de verdad puede ser candidato y emocionados, se pusieron a pintar bardas por diferentes municipios del norte del país con un mensaje directo que alude al origen regional de un futuro Presidente.

Lo que no dicen en público lo admiten en privado: La cercanía que empieza a tener de manera más abierta el gobernador de Nuevo León con López Obrador, así sea por una relación institucional o personal, no le suman muchos puntos en su papel de pretendido candidato opositor, contrario a las viejas formas de hacer política.

Tampoco dicen públicamente que con esto, aprovechando la ambición -legítima, pero insensata- de Samuel, lo que Andrés Manuel está haciendo es empujar a Movimiento Ciudadano al mismo lugar en el que ya tiene al Verde y al PT: Como satélites de Morena, aunque en una palabra menos elegante se les diría paleros.

Puede que el mandatario de Nuevo León salga bien del enfrentamiento que tiene con los diputados del PRI y del PAN en el Congreso, pues ya designaron a un gobernador interino para que asuma el cargo a principios de diciembre, cuando Samuel se quiere ir a la aventura de buscar la candidatura de MC a la Presidencia.

Eso podría suceder y en un amago de aceptación, decida irse sin preocupaciones a ese proceso interno, sabiendo que estará tranquilo con el apoyo de López Obrador para regresar sin problemas a Nuevo León después de perder la elección, como todo parece indicar.

El caso del joven gobernador de Movimiento Ciudadano es paradigmático de quienes creen que la política se inventó con las redes sociales, con vídeos cortos en las nuevas plataformas tecnológicas y apelando a la trivialidad de los temas, a la ignorancia de juna buena cantidad de personas que no siguen a los influenciadores.

Samuel es, sí, una revelación en la forma de hacer campañas y de comunicarse con los jóvenes, con las clases medias y bajas apelando a un discurso coloquial, superficial, a un estilo echado para adelante, muy norteño.

Pero también es -y lo estamos confirmando- un tipo que no sabe que la política real es la que permite sentarse a dialogar, escuchar y negociar con los adversarios, por más diferencias que existan.

¿Qué va a pasar? Creo que se irá al proceso interno, que obtendrá la candidatura presidencial de Movimiento Ciudadano, que hará una campaña muy parecida a la que ya tuvo y que querrá venderse políticamente como la mejor alternativa para el país.

El problema es que después de lo que se ha visto en Nuevo León y de confirmar que devora glotonamente los dulces políticos envenenados que le dan en forma de halago desde la Cuatroté, va a quedar como un simple esquirol del nuevo régimen que hace política de la vieja escuela. Qué ironía.

ESCOTILLA

Uno de los principales problemas para que la pretendida candidatura de Samuel -o de Ebrard– tengan éxito, es la falta de estructura territorial, de cuadros políticos y de liderazgos sociales identificados con Movimiento Ciudadano.

Tamaulipas y los principales municipios de la entidad son el mejor ejemplo de ello: Sin dirección, sin idea, sin figuras. Solo figurines que pintan bardas y no hacen trabajo en la calle.

abarloventotam@gmail.com

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