Las acciones que la autollamada 4T ha emprendido en contra del gobernador de Tamaulipas,  Francisco García Cabeza de Vaca, dejan claro que el nuevo régimen quiere dejar constancia de que va a conseguir lo que quiera, en lo que sea y a como dé lugar.

Parece que los asesores del Presidente López Obrador, quienes diseñaron la estrategia para desgastar al la oposición tomaron en cuenta, como en toda guerra, los flancos vulnerables de los adversarios.

Al viejo estilo del PRI, partido del que procede la mayoría de sus actuales dirigentes y principales personajes, la autollamada 4T utilizó el aparato del Estado para llevar a cabo la embestida al tamaulipeco, aprovechando que el país está inmerso en una campaña polarizada y de que siempre hay motivos para acusar, señalar y denostar. Y de que como en todos lados, siempre hay algún agraviado dispuesto a aliarse contra el enemigo común.

Muy al margen de la culpabilidad o inocencia del mandatario, lo cuestionable es que el gobierno del Presidente López ha usado toda la fuerza del Estado para tratar de arrollar a un gobernador, que hay que decirlo, ha sido consistente en sus exigencias de un mejor trato fiscal de la Federación a las entidades.

A la distancia podemos ver que la estrategia buscó a un objetivo político visible, políticamente representativo, y -quizá-, fácil de enlodar, para llevar las cosas a un punto en el que hubiera consistencia con la narrativa oficial.

Insisto, no se trata de defender a quien ya lo está haciendo en los terrenos político y jurídico, pero es innegable que las acusaciones e intento de desafuero por parte de la autollamada 4T, buscan desgastar la imagen pública de un adversario, generar un impacto político y crear un ambiente de incertidumbre que a final de cuentas beneficie a su partido.

Un análisis que llegó a las más altas esferas del poder en la capital del país mostró claramente que en Tamaulipas, Morena no tenía posibilidades de repetir el triunfo en la mayoría de los distritos electorales federales, debido a factores  como el desgaste del gobierno federal y a la decepción de sectores como el privado al estilo de gobernar, así como a los problemas que se avizoraban entre la militancia, porque ya se planeaba dar a expriistas y panistas las principales candidaturas.

Y así se diseñó la estrategia en la que además de las denuncias y de las acciones jurídicas, se apoyaron en una intensa, sostenida y costosa campaña de golpeteo político.

La idea era preparar el terreno para que Morena pudiera ganar la mayoría de las diputaciones federales, el congreso local, las principales Presidencias Municipales y así crear un escenario favorable para quien fuera su candidato en la elección para renovar la gubernatura el próximo año.

Lo de los presuntos delitos y lo del supuesto pleito entre García Cabeza de Vaca y López Obrador, es solamente el pretexto.

El propósito es ganar, a como dé lugar, lo más que se pueda ahora y tomar el poder estatal en 2022.

La “campaña de erosión”, como le llamó un prominente miembro de Morena, que está al tanto de la misma, es la segunda punta del cerco creado por la autollamada 4T en Tamaulipas.

El personaje del que les hablo, por cierto, ha sido pieza central en las maniobras financieras que llamaron la atención sobre el gasto de Mario Delgado, tras su campaña por la dirigencia nacional del partido.

Con el paso de los meses, a la par con la embestida política y jurídica contra Cabeza de Vaca, desde la capital del país se coordinó la estrategia “de erosión” a cargo de personas expertas en esto, con el apoyo de varios y varias aspirantes a cargos de elección popular, por supuesto de Morena. Pero de eso, hablaremos después.

LOS DIPUTADOS DE EGIDIO

Fueron muy consentidos,  bastante. Varios formaron grupos que llevaron el compañerismo casi al nivel de la hermandad.

Todos llegaron al Congreso de la mano del PRI, algunos disfrazados con la etiqueta del Partido Verde.

La mayoría se benefició mucho del buen trato político y de lo que eso significa. A cambio, lo mismo aprobaron las cuentas públicas que durante años le tenían en suspenso al actual gobernador, que la reforma energética propuesta por Peña Nieto.

Hoy, apóstatas de la fe priísta, varios y varias están en Morena y buscan ser otra vez, servidores públicos, aunque sus nuevas convicciones choquen con su no tan lejano comportamiento político.

Son los y las diputados y diputadas de Egidio Torre, el último gobernador priísta, ahora destacados miembros y aspirantes del partido del Presidente.

Parece cuento, pero es real. Muy real y visible en el norte,  en el centro y en el sur de Tamaulipas en este proceso electoral.

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