Hace 10 meses, el peor escenario que las autoridades estatales tenían de la pandemia por Covid, no colocaba a Tamaulipas en el lugar que hoy ocupa.
Las cifras son frías, duras, dolorosas: más de 3 mil 800 muertos en este tiempo y un acumulado superior a los 46 mil contagiados.
La tasa de letalidad del Covid en el estado es cercana al 10%, muy similar a la de México, que de por sí es alta comparada con la mundial.
Desde que se inició el año, la cantidad de casos se ha incrementado de manera notable, generando preocupación en las autoridades sanitarias. Ayer, por ejemplo, Tamaulipas reportó 188 casos confirmados y 49 fallecimientos. Y en días anteriores se ha visto un patrón similar, de ahí que las medidas que se tomen deben ser consecuentes con el interés de lograr la contención de este problema de salud pública.
Sin embargo, no se trata solamente de una responsabilidad de las autoridades -que hay que decirlo-, desde el año pasado pusieron en marcha una estrategia integral para hacer frente a esta situación.
Primero, el Gobernador Francisco García Cabeza de Vaca anunció un programa para habilitar 8 hospitales Covid, equipados cada uno con 40 camas, para brindar atención a personas que requirieran la hospitalización en los urbanos de mayor importancia demográfica.
Luego, intensificando las tareas de difusión de medidas preventivas, para generar una actitud de corresponsabilidad colectiva de la población.
A la par, el Comité Estatal de Salud Pública hizo las recomendaciones necesarias para que el Ejecutivo emitiera varios decretos el año pasado, que sintetizaron la estrategia implementada por el gobierno de Tamaulipas para enfrentar la pandemia y tratar de frenar el incremento de casos confirmados y fallecimientos.
Un aspecto que al principio se tomó con cierto escepticismo, posteriormente con resignación y a últimas fechas con algunos brotes de inconformidad, tiene que ver con el cierre parcial o total de actividades productivas no esenciales, así como la limitación de acciones de convivencia social como reuniones, fiestas y eventos diversos en los que se registre una concentración de personas en espacios cerrados y abiertos.
Muchas de esas medidas se aplicaron en Tamaulipas antes que en otros estados, inclusive que el Gobierno Federal las considerara como indispensables para frenar la movilidad de la población en zonas urbanas y con ello, tratar de bajar la tasa de contagios.
Era cuestión de tiempo para que negocios de algunos giros que son más sensibles a la reducción del gasto y de la movilidad urbana cerraran sus puertas de manera temporal o definitiva, generando con ello desempleo y complicaciones para una eventual recuperación económica.
Creo que la parte que corresponde a la Secretaría de Salud estatal en materia de prevención y atención de personas afectadas por el virus se ha cumplido de manera adecuada, tomando en cuenta la limitación de recursos económicos, materiales y humanos que se tienen.
¿Qué explica entonces el aumento al parecer imparable de más casos confirmados? En su mayor parte, a la responsabilidad o falta de ella, que ha mostrado mucha gente.
Pese a los insistentes llamados a quedarse en casa, usar cubrebocas, gel antibacterial, mantener sana distancia y evitar reuniones, muchos ciudadanos siguen haciendo caso omiso y se convierten en propagadores del virus. Es un tema en el que tiene que ver más el criterio de solidaridad de cada uno para con los demás.
En la parte económica, esa en la que la Federación no ha mostrado voluntad para apoyar a los tamaulipecos sin distingo de filiaciones, el Gobierno estatal ha mostrado disposición para buscar alternativas al cierre total, proponiendo suspensiones temporales de actividades.
A la falta de ingresos, muchos negocios pequeños y medianos han reaccionado con el despido de personal y la suspensión de pagos de servicios e inclusive, impuestos.
Hasta ahora, el gobierno federal no ha puesto en marcha un solo programa para atender la situación de los micros, pequeños y medianos comerciantes afectados.
Tampoco para apoyar a los miles de desempleados y mucho menos, los diputados federales de los partidos que controlan el Congreso consideraron la posibilidad de aprobar recursos extraordinarios en el Presupuesto de Egresos de este año, para atender el problema económico derivado del cierre de miles de unidades productivas en Tamaulipas y el país.
Y así, aunque se quiera, es difícil superar sin ayuda presupuestal y sin voluntad política un problema de salud pública e importancia económica que atañe a todos.
Actuar con un criterio influenciado por intereses políticos, en un año electoral de vital importancia, es mezquino y perverso. Eso es lo que parece estar haciendo la auto llamada 4T con este tema.

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