Después de la sorpresa que dio el PAN en Madero, con la virtual designación de Jaime Turrubiates como su abanderado a la Alcaldía, los casos de Tampico y Altamira siguen siendo focos de atención de los ciudadanos y de la clase política.
En el puerto, el cambio en el género de quien vaya a ser el candidato del blanquiazul tomó por sorpresa a más de uno, pues se pensaba que la candidatura a la diputación federal estaba casi amarrada para Mon Marón, el activo legislador por la zona norte de Tampico. Mon es quien mejor posicionado está, de ahí que sea inexplicable la decisión.
Los acuerdos y las cuentas alegres que desde la dirigencia estatal del PAN se han hecho, apuntan a que van a apostarle a otros distritos como los de Reynosa y Matamoros, para tratar de recuperar terreno.
En contratarte, parece que el PAN prefiere ir a una contienda difícil en los distritos 7 y 8 de Altamira, Madero y Tampico, con candidatos que no poseen el mejor posicionamiento en las preferencias ciudadanas y que tendrán cuesta arriba la carrera por las diputaciones.
En el 7, el blanquiazul ha anticipado que va a mandar a competir a Joaquín Hernández Correa, quien está por terminar su segundo período como diputado local.
Contra todos los pronósticos, Joaco se quedó con la nominación, a juzgar por la filtración de los nombres que se hizo hace unas semanas desde Ciudad Victoria.
El hijo de La Quina tratará de recuperar para el PAN la diputación federal, una posición que Morena ganó hace dos años y que quiere refrendar, como se visualiza con la confirmación de las intenciones por buscar la reelección, que ayer formalizó el actual legislador Erasmo González Robledo.
Quienes conocen el entorno político, consideran que esa designación complica sobremanera las posibilidades del PAN de ganar la elección federal, simple y sencillamente porque en diversas mediciones, Joaco ni siquiera aparecía como favorito y ahora, la combinación de factores locales y nacionales, hacen más difícil que pudiera ganar. Un argumento es que Joaquín batalló en serio para ganar su reelección hace 2 años y no tiene un perfil políticamente vendible ante quien será su principal adversario.
Otra de las complicaciones innecesarias que estaría teniendo el PAN es la que mencionamos, la de proponer a una mujer en Tampico, cuando son pocas quienes han logrado una presencia pública constante que les haga ver competitivas electoralmente.
Cierto, el PAN tiene, como otros partidos, mujeres muy valiosas, con mucha capacidad y entusiasmo, pero no todas han tenido la oportunidad de contar con una tribuna para ser vistas y escuchadas. Y si se confirma que Morena propondrá a la diputada del PES, Olga Sosa, sin duda la competencia para quien designe el blanquiazul será más difícil.
De aquí nos vamos a Altamira, en donde a pesar del trabajo notable de Alma Laura Amparán, las señales que desde Victoria se han enviado parecen dar a entender que se quiere entregar la Presidencia Municipal a Morena, partido que por cierto se quedó a poca distancia del PAN en las elecciones de hace dos años.
La indecisión, las presiones y la falta de sensibilidad para escuchar y tomar en cuenta al factor local, han generado confusión y molestia en la urbe industrial.
Es algo que rebasa al diputado Miguel Gomez, de quien se dice ya no será el candidato. Se trata más que de pragmatismo, de una cuestión de dignidad y de congruencia.
La posibilidad de que el PAN se decida por el exdiputado Ciro Hernández Arteaga, puede no gustar a muchos, porque el exlegislador ha sido poco sutil en sus relaciones públicas con otros personajes políticos y ha llevado las cosas a un terreno en el que no hay posibilidad de reconciliación, pero creo que muchos coincidirán en que hasta en el pragmatismo hay límites.
No se puede estirar la liga jugando a querer imponer unilateralmente, sin correr el riesgo de que en el último bienio de la administración estatal, las alianzas se rompan.
Lo comenté hace unos días: la filtración de nombres de los posibles aspirantes del PAN a Alcaldías y diputaciones, las inconformidades disimuladas, la confusión y la sorpresa por las decisiones aparentemente sin sentido, parecen un déjà vu de los tiempos en los que el PRI de Egidio Torre Cantú hacía como que operaba la política.
Es un buen momento para recordar qué le pasó al tricolor por jugarle así.

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