El Auditor Superior del Estado, Jorge Espino Ascanio está nuevamente en el centro de la atención pública, porque una acción emprendida por el Congreso local lo colocó en una posición que deberá enfrentar con argumentos legales y con la razón.
Sin embargo, paradójicamente esto sirve a Morena porque al exhibir la inexperiencia e impericia política de sus diputados y diputadas, tendrá que actuar para evitar que eso siga sucediendo.
Deje le comento: El funcionario, quien desde que hace meses había sido objeto de cuestionamientos porque presuntamente avaló la aprobación fast track que hizo la mayoría panista para aprobar 42 cuentas públicas en octubre pasado, ahora está otra vez bajo escrutinio porque se ha negado de manera frecuente a entregarle al Congreso la documentación de esas cuentas.
La medida que tomó la Comisión de Vigilancia de la Auditoría Superior del Estado en el Congreso busca conocer detalladamente todo lo que se aprobó en esas cuentas públicas correspondientes a una parte del sexenio anterior, en donde los diputados morenistas sospechan que pudieran existir irregularidades graves en el manejo de los recursos, como se han detectado en diversas áreas dela administración estatal desde octubre pasado.
Los legisladores acordaron imponerle una multa al Auditor Superior del Estado equivalente a 100 veces el valor diario de las Unidades de Medidas de Actualización (UMAS), para tratar de hacerle ver que la insistencia va en serio y de que tiene que cumplir con la responsabilidad, sea jurídica o moral -a la que el funcionario le dé más valor-, entregando toda la documentación de las 42 cuentas públicas aprobadas al vapor.
Y aunque Espino Ascanio llegara a negarse nuevamente esgrimiendo sus argumentos para ello, el Congreso puede continuar con acciones de este tipo que busquen lograr una respuesta favorable por parte del funcionario y así pueden seguir perdiendo el tiempo.
Lo que es claro es que la negativa del Auditor Superior a entregar la documentación deja en evidencia varias cosas, pero principalmente la incapacidad de las y los legisladores morenistas locales a lograr acuerdos, a ejercer la fuerza de la bancada y a mostrar crudamente su inexperiencia que tiene un costo político
Primero, confirma que nadie en el Congreso ha sido capaz de ejercer la autoridad, para hacer que por las buenas entregue los documentos que se le piden para revisar las cuentas.
Segundo, que claramente la ausencia de liderazgo político real en la bancada que controla la Comisión de Vigilancia de la Auditoría Superior está retrasando esto y se exhibe como carente de fuerza y habilidad política.
Tercero, que el Auditor les salió bastante ducho en esto de salirse de cuestionamientos utilizando una buena retórica y dándose el lujo de exhibir la novatez de los diputados que han tratado de acorralarlo. No es su culpa que los legisladores sean tan bisoños en esto de la política.
Y cuarto, para no seguir enlistando, que esto debe servir de experiencia a Morena para que en lo sucesivo, revise bien los perfiles y la capacidad de quienes propondrá como candidatos y candidatas a las diputaciones locales el próximo año, para evitar que en caso de ganar enfrente problemas para sacar adelante las votaciones o sepa negociar con otras fuerzas políticas, en caso de no ganar la mayoría.
La inocultable inexperiencia política y legislativa de quienes han encabezado la bancada morenista y hasta la Junta de Coordinación Política ha traído un costo político a la Cuatroté y eso no pueden permitírselo. No es algo que se puedan dar el lujo en este momento y en 2024, cuando se necesitará de todo el control para poder consolidar el proyecto que lidera Américo Villarreal Anaya.
Parece que es un buen momento para que desde donde se toman las decisiones y se hace la operación política alguien debe lanzarle un salvavidas a la bancada morenista en el Congreso, perdida entre sus propias pugnas, su incapacidad, su falta de compromiso con el proyecto de la Cuatroté y entre las brumas de las ambiciones políticas de cara al proceso electoral local del próximo año.
ESCOTILLA
Panistas y perredistas deberían estar analizando de manera autocrítica lo sucedido en las elecciones del domingo en el Estado de México y en Coahuila, en donde ambos partidos registraron un notable descenso en el número de votos obtenidos.
De acuerdo con cifras del Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP), en los comicios del domingo tanto el PAN como el PRD recibieron menos sufragios que hace seis años, cuando también se renovaron esas gubernaturas. El desgaste y la desconfianza ciudadana son evidentes.
Esto obliga a que sean los propios militantes y simpatizantes que deseen influir en el rumbo de esos partidos, a presionar para que se tomen decisiones y en las dirigencias nacionales haya cambios para poder estar en condiciones de enfrentar el crucial compromiso electoral de 2024.
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