Varias casas encuestadoras han realizado mediciones sobre las preferencias electorales en los 15 estados del país en los que habrá comicios en junio.

Cuando el proceso electoral inició formalmente en septiembre, Morena tenía una ventaja considerable en casi todos los estados en los cuales habrá elecciones este año y se daba como un hecho que no tendría problema para alcanzar nuevamente la mayoría de las diputaciones federales, para de esta forma seguir controlando el Congreso.

Pero las cosas fueron cambiando gradualmente y de manera aparentemente imperceptible. Para enero de este año las tendencias que favorecían al partido del Presidente se mantenían, pero la ventaja se redujo de manera progresiva debido a la suma de diversos factores como el desgaste en el ejercicio del poder, la molestia de la militancia después del proceso interno en el que resultó electo Mario Delgado y en el cual el otro aspirante  Porfirio Muñoz ledo fue muy crítico.

Luego, el enfrentamiento del propio Presidente López con sectores productivos y sociales, con grupos como el de las mujeres, empresarios y con personajes políticos y de la vida pública generaron un contexto en el que desde el poder se vio que las cosas no marchaban del todo bien.

El panorama fue cambiando y las últimas mediciones de la semana pasada nos confirman por qué la preocupación de la autollamada 4T.

Resulta que la ventaja de morena se fue reduciendo y se mantiene en esa tendencia a tal grado que hasta el día de hoy Morena ganaría de manera muy segura estados como Guerrero con Félix Salgado Macedonio, quien está acusado de cometer presuntos abusos sexuales, Tlaxcala, Michoacán y Nayarit. Otras entidades que se consideraban seguras como San Luis Potosí y Chihuahua revirtieron la ventaja que tenían los candidatos de Morena y en este momento, si las elecciones se realizarán, estarían en manos de la alianza opositora.

Los demás estados que son mayoría, presentan prácticamente un empate técnico y eso que las campañas todavía no inician de manera formal.

Eso es lo que realmente preocupa al Presidente López porque existe el riesgo de no ganar los gobiernos estatales, no avanzar más en lo local y particularmente, hay la posibilidad de que no logre obtener otra vez la mayoría de legislativa en la Cámara de Diputados.

El Presidente sigue teniendo una popularidad alta, pero su aprobación se ha ido reduciendo y aunque ronda el 60%, en 2 años ha perdido unos 20 puntos porcentuales. No es cosa menor.

Ayer, el senador Ricardo Monreal reconoció que la elección de junio va a ser sumamente competida y que Morena no va a arrasar en las urnas como sucedió en 2018. Eso confirma las cosas.

Cuando a principios de este año la 4T se dio cuenta de que podría perder su mayoría ante la alianza opositora, decidió poner en marcha una estrategia clara.

Para tratar de detener el retroceso de Morena y frenar el avance de la oposición se optó por desgastar la imagen de personajes políticos ligados a la oposición, aprovechando antecedentes directos e indirectos que justificaran la acción.

Por eso la acusación contra el gobernador de Tamaulipas Francisco García Cabeza de Vaca. Al golpearlo políticamente se genera un escándalo mediático y sustenta la narrativa de la 4T en el sentido de que la alianza representa lo peor del pasado y que Cabeza de Vaca es miembro destacado de ese grupo. Esa es la idea que se quiere instalar en la opinión pública.

La embestida en contra de Cabeza de Vaca es en realidad un ataque directo a la oposición política, económica y social al gobierno morenista. No es a una persona o a un estado, es a toda la oposición que ahora se va reagrupando en torno al acusado.

Cerca del Presidente hay muy buenos propagandistas que pusieron en marcha este proyecto de erosión de la imagen y credibilidad de los opositores, pero que al mismo tiempo dejan ver el tamaño de la preocupación y del riesgo que existe de que pierdan la mayoría en el Congreso. Si eso sucede, aún teniendo todo el poder y la fuerza del Estado, aún con todos los programas que regalan dinero, de poco habrá servido todo el esfuerzo, todo lo hecho para imponer un nuevo régimen.

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