Cuando la confianza es la base del trabajo, los resultados inevitablemente se consiguen y se percibe en el ánimo ciudadano.
Eso aplica para cualquier ámbito, especialmente en el público, en donde los funcionarios de cualquier ámbito de gobierno deben cumplir con sus encomiendas teniendo como premisas la honestidad, la transparencia y la eficiencia.
La suma de esos elementos genera confianza en el ejercicio de los servidores públicos y es lo que en el caso de Tamaulipas, acaba de dar a conocer un estudio del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), en el que destaca que Américo Villarreal Anaya goza de un alto grado de confiabilidad entre los ciudadanos.
De acuerdo con la organización, en menos de dos años el gobierno del estado de Tamaulipas ha logrado el mayor nivel de confianza ciudadana, lo que significa que Américo Villarreal, el actual gobernador, es quien más inspira eso entre la población.
Vale la pena destacar que Tamaulipas lidera el ranking nacional con un 62.9% de nivel de confianza, situándose en el primer lugar en México.
Es un logro bastante relevante de Villarreal Anaya, si tomamos en cuenta las condiciones en las que recibió la administración estatal, el contexto y los retos a los que ha tenido que enfrentarse en menos de dos años.
El porcentaje de confianza obtenido por Américo representa un aumento significativo del 44.9% con respecto al estudio anterior realizado en 2021, que evaluó al gobierno anterior.
Estos datos provienen de la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental elaborada por el INEGI, por lo que el sustento es más que sólido.
Uno de los puntos importantes en el estudio del IMCO y que coloca a Américo en el primer sitio a nivel nacional, es que el aumento en la confianza ciudadana es el más alto entre todas las entidades federativas del país.
Políticamente, estos resultados reflejan el liderazgo del gobernador en las instituciones públicas y la esperanza que genera en la población y una de esas muestras la vimos hace unas semanas cuando Morena, el partido de Villarreal Anaya literalmente arrasó en las elecciones para renovar el Congreso local, los 4 Ayuntamientos, las diputaciones federales y las dos senadurías.
El estudio se sustenta en los resultados de las elecciones de junio, en las que se registró un récord de más de un millón de votos para Claudia Sheinbaum, superando incluso los 800 mil sufragios obtenidos por Andrés Manuel López Obrador en 2018.
Es irrefutable que desde la alternancia de hace dos años, la interacción de los ciudadanos con la administración estatal ha sufrido una transformación notable, pues en asuntos como la realización de trámites como al solicitar servicios y recibir beneficios de la política social, los tamaulipecos han experimentado un trato más humano.
Y sí, bueno, el IMCO es claro: En la medición actual, Américo es el gobernador más confiable de los 32 que hay en el país. No se necesitan más palabras para decir lo que esto significa.
LOS VULGARES AMBICIOSOS DE PODER
Muchas veces, el compañero Andrés Manuel lanzó adjetivos duros, cargados de desprecio y de una visión personalísima sobre quienes buscaban siempre posiciones de poder político. Los ha llamado “vulgares ambiciosos de poder”.
López Obrador es esa especie de viejo político, formado en la escuela del priísmo que creía en el llamado nacionalismo revolucionario. Sí, el que prevaleció hasta los años en los que las crisis económicas dieron un golpe de realidad a los gobiernos.
Sin embargo, más allá de lo desfasada que pueda estar la ideología personal del Presidente, en algo se le puede dar la razón: Abundan en México los vulgares ambiciosos de poder. Y no están solamente en el PRIAN, esa masa amorfa que se empeña en señalar como la causa de todos los males del país.
No, no son exclusivos del PRIAN los vulgares ambiciosos de poder que quieren a toda costa llegar a posiciones políticas o de gobierno, solo porque creen tener los méritos o como pago de cuotas asignadas bajo acuerdos inconfesables. Están en todos lados.
Los hay discretos pero eficaces para conseguir sus objetivos, como los expriístas Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal, que acuerdan antes de ir a jugar, a sabiendas de que van a perder y de tener desventaja. Han sabido sacar provecho de eso. O hay otros como Manuel Velasco y Dante Delgado, por citar casos en la oposición oficialista.
Y existen otros como Gerardo Fernández Noroña, cuya actuación es patética, lloriqueando porque en el reparto del pastel la presidenta electa Claudia Sheinbaum no lo consideró para liderar el Senado o para el gabinete. Nada.
Y fiel a su costumbre de llamar la atención, protagónico como él solo puede ser, Fernández Noroña salió a despotricar públicamente y a criticar los acuerdos inconfesables que les dieron posiciones de poder a sus demás correligionarios, pero a él no.
Vulgar ambicioso de poder, como diría el compañero Andrés Manuel. No parece un tipo de izquierda y sí, un neoliberal fifí aspiracionista que pretende seguir enquistado en donde está el presupuesto y el protagonismo. Ni modo, es suyo y ahora lo tendrán que aguantar.
LA NUEVA BANCADA MORENISTA
No lo dicen abiertamente, pero ya en las oficinas públicas de las instituciones que son controladas por el cabecismo residual, empiezan a ver el inevitable cambio que habrá a partir de que entre en funciones la nueva Legislatura local.
En la Cuatroté tamaulipeca se tiene la esperanza bien fundada en que los nuevos diputados y diputadas sí serán leales al proyecto estatal y que, con base en ese principal atributo, la nueva bancada colabore sin problemas en la discusión y aprobación de iniciativas y reformas legales.
Además de poner el ejemplo a quienes ya se van -bueno, hay algunas y algunos que regresarán- y no tuvieron la capacidad de hacer los cambios legales para darle mayor margen de maniobra al Ejecutivo.
Es comentario extendido entre muchos de los nuevos y nuevas diputados morenistas, el que señala que ojalá ya no confíen las responsabilidades de hacer el trabajo legislativo más importante a quienes no pudieron cumplir estos tres años. A ver qué pasa.
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