El criterio pragmático que se ha impuesto en la selección de candidatos en la mayoría de los partidos políticos, será el signo característico en las próximas elecciones en Tamaulipas. Bueno, eso y el origen priísta de muchos de sus candidatos.
Ya lo he comentado en varias ocasiones anteriores: El pragmatismo no está reñido con los objetivos de cada instituto político, pues primordialmente se forman y aglutinan simpatizantes para buscar el poder.
Eso está claro para quienes saben que así es la política. Sin embargo, para los puristas, buscar la manera más práctica de ganar una elección dentro de los márgenes legales no es bien vista, ya que consideran que se pervierten y pierden los principios ideológicos.
Cada quien tiene su punto de vista y en tanto lo defiendan, debatan y argumenten a favor, no importa que haya diferencias de criterio con los demás, si el respeto se impone. Eso creo.
Aquí de lo que se trata es de resaltar que prácticamente no hay partido alguno que no esté siendo pragmático para tratar de conseguir la mayor cantidad de votos posibles en los comicios de este año, ya sea para hacerse del control en el Congreso local, retener la mayoría o avanzar en la conquista de Ayuntamientos.
En la entidad, el PAN, Morena y los demás (a quienes muchos llaman la chiquillada), han dado indicios de que piensan postular a integrantes y ex miembros de otros partidos, que en el pasado fueron adversarios o formaron parte de los equipos cercanísimos de algunos ex gobernadores priístas.
Un caso es el de Yahleel Abdalá Carmona, ex diputada federal, ex candidata al Senado y actual diputada local priista, que recién acaba de anunciar su salida de ese partido para seguramente ser candidata del PAN a la Alcaldía de Nuevo Laredo.
Otro, el de Óscar Almaraz Smer, poderoso ex Secretario de Finanzas en el gobierno de Eugenio Hernández Flores, preso desde hace tiempo y en espera de su extradición a Estados Unidos, en donde la justicia también lo reclama. Almaraz representará al PAN en la elección federal por la capital.
Al margen queda el que ambos personajes hayan sido calificados como los más conocidos y con las mayores posibilidades de obtener el triunfo en las elecciones de junio, de ahí que se impusiera el criterio pragmático para atraerlos a la causa blanquiazul. Eso no está a discusión.
Si a la postulación de expriístas en el PAN le sumamos que Movimiento Ciudadano, Morena, Redes Sociales Progresistas, Encuentro Solidario y Fuerza Social por México también han adelantado que van a postular candidatos que han militado en otros partidos teniendo como denominador común su pasado priísta no es exagerado decir que el PRI está de vuelta.
Claro, a diferencia del sexenio de Eugenio, que fue quizá el último en el que el tricolor tuvo más fuerza, el PRI no tiene ahora la misma capacidad de movilización, recursos, liderazgo y tampoco un discurso atractivo para los electores, lo cual limita considerablemente sus posibilidades de recuperar terreno en el corto plazo.
Sin embargo, como decía, eso no importa tanto como el hecho de que el regreso del tricolor al escenario político con una importancia relevante, se finca en la necesidad que tiene el partido en el poder estatal para legitimar sus eventuales triunfos, generar una imagen de competencia equilibrada y en una de esas, atraer para sí votos de simpatizantes del PRI hacia candidatos que hayan militado en ese partido y ahora estén bajo influencia del proyecto blanquiazul.
Reitero: El pragmatismo no es malo, por el contrario: forma parte de la estrategia de los partidos para ganar el poder mediante las elecciones dentro del marco legal.
Es sano, fomenta la competencia y pone a prueba la creatividad y astucia de los operadores electorales para ganar la partida que se define el día de los comicios.
¿Qué es lo llamativo y, a la vez, paradójico aquí? Que hace 4 años, la narrativa oficial inició una nueva etapa en el poder estatal centrándose en el tema del combate a la corrupción y la impunidad que se adueñaron de Tamaulipas, a partir de los gobiernos emanados del PRI. Ese fue el tema central.
Hoy, lo que son las cosas, el PRI de Tamaulipas está de regreso de la mano del PAN.
No es un retorno glorioso, pero al fin y al cabo, es la posibilidad de obtener pedazos del pastel que se reparte desde el poder.

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