Así como la obra pública, el tema de la salud y el de las finanzas, ahora toca el turno de la revisión a fondo del uso de los programas sociales auspiciados con recursos federales y estatales en Tamaulipas.

En el pasado reciente, como en sexenios anteriores, los programas sociales se utilizaron con fines electorales, al formarse una clientela política que estaba sujeta a la voluntad y los planes de quienes estaban en la cofradía que tenía el poder en Tamaulipas.

De esta manera -como en gobiernos anteriores, insisto- desde la administración estatal pasada se fueron formando estructuras paralelas a la del partido en el poder, que a final de cuentas fueron más robustas y eran fácilmente controlables por la asignación discrecional de los apoyos alimentarios, las becas y los demás estímulos que conforman la variedad de esquema asistenciales.

Por eso cobra relevancia que en su reciente visita a la entidad, la secretaria de Bienestar federal, Ariadna Montiel Reyes, haya alentado a que se hiciera una revisión no solo de los mecanismos institucionales utilizados anteriormente, sino también de los criterios que orientaron la entrega de apoyos a miles de familias de los municipios.

Bien es sabido que los programas asistenciales son, en realidad, paliativos para los problemas de pobreza, pobreza extrema y miseria en la que viven muchas familias tamaulipecas, lo mismo en las grandes ciudades, que en zonas urbanas medianas y en el área rural, pero cada gobierno tiene un enfoque diferente en función de los intereses de quienes están en el poder.

Una de las cosas que la funcionaria detectó y lo hizo saber al gobierno de Tamaulipas es que la forma en que se canalizaron los recursos durante el cabecismo, es que se condicionaba la entrega de apoyos al respaldo explícito que se diera a las propuestas de la administración anterior. Por lo mismo, enfatizó en algo en lo que coincide con Américo Villarreal: La atención sin distingos, sin condiciones y sin fines meramente políticos de las necesidades de la gente.

La principal indicación es que en el gobierno estatal actual se revisen a fondo los criterios, los padrones y se supervise permanentemente los mecanismos de asignación y entrega de los apoyos alimentarios, las pensiones y demás apoyos federales a Tamaulipas, para evitar que suceda lo de años anteriores.

Es un reto porque la costumbre ha ido haciendo que ciertas prácticas se arraiguen, pero eso es precisamente lo que se quiere erradicar.

LA CAMPAÑA DEL PRESIDENTE

Si bien el compañero Andrés Manuel -o Presidente López Obrador, como prefiera usted decirle-, siempre ha sido un personaje que está en campaña permanente desde hace unos 30 años, ahora es cuando se ve más activo, más metido de lleno en las precampañas extraoficiales tanto de su partido como de la oposición.

Lo mismo para hablar bien de algunas de las “corcholatas” morenistas que para fustigar a los interesados en la candidatura de la oposición, el Presidente está en franca campaña y no parece haber quién le ponga un alto.

Aunque el Instituto Nacional Electoral ha ordenado a López Obrador que suspenda sus señalamientos, ataques y referencias a algunos opositores, particularmente a la senadora Xóchitl Gálvez, eso no le preocupa a Andrés Manuel, porque sabe que el órgano electoral ya no tiene la misma firmeza que el anterior. El Presidente percibe a un INE sumiso y se aprovecha de eso.

La campaña del Presidente corre en dos líneas paralelas: La primera es la que alienta en forma casi descarada a Claudia Sheinbaum para imponerla como candidata presidencial a pesar de que Marcelo Ebrard tiene un perfil que puede garantizar una consolidación de la Cuatroté sin confrontaciones.

La segunda vía por la que corre la campaña del compañero Andrés Manuel es la de los ataque sa la oposición, independientemente del nombre de quien se trate. No importa el género, la edad, el estatus social o económico: Para López Obrador todos son iguales y le da lo mismo difamar que decir medias verdades.

Lo que se desprende de la tozudez del Presidente para no acatar los ordenamientos del INE y para no atenerse al uso del sentido común, es que simplemente tiene preocupación por que Xóchitl Gálvez sea la candidata de la oposición, que conecte bien con las clases alta, media y con la enorme franja de la población que votó por él hace seis años y ahora no quiere saber nada de Morena.

Si la senadora Gálvez prende bien, el proyecto de que Claudia camine hacia el triunfo se verá en peligro. Por eso la saña, por eso la campaña, por eso los ataques. Definitivamente, la campaña del Presidente no va a terminar cuando empiece el proceso electoral de manera formal en septiembre: Va a seguri hasta el día de los comicios y, si gana Sheinbaum, durante todo el sexenio próximo. Para pensarse, ¿No?

ESCOTILLA

Ahora que en las últimas semanas se han registrado hechos violentos en varios lugares de la frontera y cuando la falta de confirmación de situaciones de este tipo se combina con el activismo de adversarios de la Cuatroté, es cuando cobra mayor relevancia el papel de la Vocería de Seguridad.

Esa nueva figura en la estructura gubernamental ha cumplido con la función de proporcionar información oficial, confirmada y puntual a los ciudadanos, para ampliar el criterio, poner en contexto las cosas y evitar que las noticias falsas invadan la opinión pública generando una percepción errónea de lo que sucede en realidad.

Es decir, sin desconocer los hechos que se suscitan, simplemente las cosas se ponen en contexto. Eso es un buen punto.

abarloventotam@gmail.com

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