Desde finales de octubre, cuando se decidió el inicio de una auditoría a las finanzas de la Comapa Zona Conurbada, estaba echada la suerte de Gabriel Alejandro Guerra Turrubiates -conocido por sus íntimos como “Gaby”-, quien había sido impuesto por el anterior gobierno estatal como Gerente General del organismo.

Convertido en el último residuo cabecista en el sur de Tamaulipas, era también el menor en términos jerárquicos y estaba en una posición vulnerable. Al final, fue víctima de sus propios errores, de la soberbia y de la desesperación. Hasta los panistas lo dejaron solo, especialmente quienes sufrieron las consecuencias de la “guerra sucia” alentada desde esas oficinas antes, durante y después de la campaña perdedora del PAN.

Todavía a principios de noviembre, cuando comenzó la auditoría por parte de la Contraloría Estatal, Gabriel Guerra se atrevió a retar a quien tiene el poder en Tamaulipas y dijo “que no se les olvide que el Congreso es quien tiene la facultad de nombrar o remover al Gerente General”. Ahí terminó de echar la última palada de tierra a su féretro como servidor público. El lunes por la tarde, cuando con el voto de tres diputadas panistas la iniciativa del gobernador Américo Villarreal se aprobó y con ello se modificó la Ley de Aguas, el mandatario volvió a tener la facultad de designar al Gerente General de las Comapas.

Y entonces se fue Gabriel, quien ya vivía horas extras en la nómina del organismo. Aunque hizo esfuerzos por parecer tranquilo, en realidad su cese se da por la falta de confianza del gobernador en su persona, como él mismo lo reconoció ayer.

El funcionario, quien fue cesado ayer por el gobernador Américo Villarreal Anaya, pasó en pocos meses de ser el asistente personal, estratega, publirrelacionista, cuidador de imagen y confidente del anterior Gerente, Jorge Rivera Schotte, a convertirse en el mandamás del organismo operador de las redes de agua potable y drenaje, un ente que maneja un presupuesto anual casi del mismo tamaño que el gobierno municipal, pero sin tener que rendirle cuentas a un Cabildo, sin tener el perfil profesional exigido por la ley para ello y mucho menos, sin saber de agua más que el ciudadano promedio.

La intransigencia, combinada con la soberbia de sentirse protegido por la ley modificada a petición de Cabeza de Vaca, no solo irritó fuertemente a quienes mandan en la Cuatroté, sino que aceleró la toma de la decisión de ir con toda la fuerza a recuperar esa posición. Gabriel llegó al grado de ufanarse en privado que el gobernador Américo Villarreal no tenía la fuerza suficiente para quitarlo. Y ya ven.

La Comapa Tampico-Madero, rebautizada por el cabecismo como Comapa Zona Tam, maneja un presupuesto superior a los mil 100 millones de pesos al año. Pese a la enorme cantidad de recursos, ha sido ineficaz en el cumplimiento de su tarea. Se cuentan por decenas las calles en donde hay zanjas, en donde las calles están destrozadas, en donde el pavimento no ha sido repuesto o se ha hecho de manera deficiente. Ese es otro punto en el que también se pondrá atención, pues la Gerencia Técnica ha sido incapaz de resolver los graves problemas que se siguen acumulando. El titular, un ingeniero de apellido Palomares, está en la mira de la Cuatroté por los nulos resultados entregados.

Son muchos los usuarios que se quejan de la falta de claridad en los cobros, en el uso de conceptos ambigüos para hacerles cargos en sus recibos y una cantidad enorme también se queja de la lentitud y el burocratismo con los que el personal administrativo y operativo atiende las solicitudes de aclaración. Eso es en lo que se refiere a la gravedad de las operaciones de la Comapa, pues en la parte financiera y política, la situación es más seria.

No dude usted que a partir de ahora, una vez que concluya ahí el proceso de entrega-recepción, la Contraloría Estatal ya investigue varias denuncias internas y de ciudadanos para revisar las gestiones tanto de Jorge Rivera Schotte como de Gabriel Guerra, su sucesor.

Fiel a su protagonismo, Guerra salió ayer por la puerta principal queriendo dar una imagen de tranquilidad y armonía con quienes lo cesaron de manera fulminante por falta de confianza. Y, como cuando llegó, se fue nuevamente solo de la dependencia a la que tendrá que regresar a aclarar las dudas que vayan surgiendo. Con esto, el último residuo cabecista se fue por la coladera, en una analogía precisa de lo que se hace cuando hay que limpiar un lugar, en donde el hedor es insoportable. Sí, así como las redes de drenaje que opera la Comapa. Vaya ironía.

ESCOTILLA

Por cierto, a la Coordinación de Vinculación Social de la Comapa Zona Conurbada llegará nuevamente don Armando Juárez Becerra, profundo conocedor de los manejos en esa área, periodista de larga trayectoria y servidor público en varias ocasiones.

Como funcionario, es eficiente, sensato y moderado. En lo particular, don Armando es una persona respetada, apreciada por muchos y querida por otros tantos. Puedo decirles que en los buenos tiempos, pero sobre todo en los días aciagos, es un amigo leal a prueba de cualquier cosa, que no escatima consejos y un hombro para apoyarse. Tengo la certeza de que hará un trabajo extraordinario en un lugar en donde se necesitan los atributos que él tiene. ¡Enhorabuena!

abarloventotam@gmail.com

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