Hace días empecé a ver en redes sociales y en diversos medios informativos una campaña que ha tomado mucha fuerza por el motivo que hay detrás de ella para difundirla masivamente.

Los promotores y replicadores hacen énfasis en un mensaje simple, con una pregunta que llama a la acción, a la respuesta y a la reflexión: “¿Cuánto cuesta tu democracia?” y enseguida mediante una imagen bastante explícita hace un comparativo del costo de operación del INE y del que llevan varios de los proyectos que se han convertido en capricho presidencial como el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas, el aeropuerto “Felipe Ángeles” o las pérdidas acumuladas de Pemex y de la Comisión Federal de Electricidad. El mensaje remata con un contundente “El INE vale más de lo que cuesta”.

Vistas así las cosas, parecería que al promedio de los ciudadanos, al que sí le preocupa y sí le interesa la democracia en México, tendría que solidarizarse con quienes impulsan esta defensa del Instituto Nacional Electoral ante los embates que desde el poder, sea el Ejecutivo, el Legislativo o los grupos facciosos aliados con la Cuatroté, dirigen al organismo.

Ya lo he comentado varias veces y no está de más hacerlo cuanto sea necesario: Es preferible tener un organismo como el INE, con verdadero espíritu ciudadano, con autonomía del poder, con verdaderos deseos de que el país termine su tránsito de un régimen autoritario como lo fue el priísta y pase a uno que sea realmente democrático, con alternancias, competencias equitativas y con un árbitro que no le deba nada al gobierno. En síntesis, hay que defender al Instituto de cualquier intento perverso por acotarlo, por convertirlo en un apéndice del aparato oficial.

En la campaña que se mueve bastante bien en redes sociales y que ha generado una conversación digital positiva, empañada solo por el activismo de las granjas de bots del oficialismo, destaca el costo de operación del INE que es de 14 mil 439 millones de pesos.

Sin un contexto adecuado, la cifra podría parecer escandalosa si es refutada por quienes quieren desaparecerlo y permitir que el gobierno sea nuevamente quien organice las elecciones. Sí, como cuando a Bartlett se le cayó el sistema y la izquierda perdió ante los neoliberales. Absurdo, ¿no?

Bueno, si comparamos el costo de mantener operando al INE respecto a lo que le cuesta al erario el ineficiente funcionamiento de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), la diferencia es enorme. Mientras el organismo electoral recibe poco más de 14 mil millones de pesos, la empresa manejada por Bartlett (sí, el de la caída del sistema), tiene hasta ahora pérdidas por 95 mil 114 millones de pesos.

Y es nada si medimos al INE con los 224 mil 163 millones que en Pemex se han ido a la cañería, por las malas decisiones, la ineficacia, la falta de transparencia y en una de esas, hasta por la corrupción.

Si le seguimos, lo que costó habilitar pistas y construir edificios en la base militar de Sata Lucía, para decir que es ahora un aeropuerto llamado “Felipe Ángeles”, es casi 10 veces más caro que el Instituto Nacional Electoral.

¿Quiere más ejemplos? Bueno, aquí tiene que hasta ahora, el Tren Maya, uno de los dos caprichos de Andrés Manuel nos ha costado a todos (sí, a todos, mo mismo a dizque conservadores que a los que se dicen progres), la cantidad de 300 mil millones de pesos hasta ahora y existe la posibilidad de que la cantidad siga subiendo conforme pase el tiempo.

¿Otro? Perfecto. La refinería de Dos Bocas, en su natal Tabasco, con la que López Obrador se ha obsesionado al límite de la imaginación, tiene proyectado un costo de 360 mil millones de pesos. Y eso que la obra esta inconclusa, que se inundan sus terrenos y que desde que fue “inaugurada” la part de los edificios no productivos, no ha refinado un solo barril de petróleo.

No se requiere profundizar demasiado para darse cuenta de la enorme diferencia en el costo del ente electoral y de algunos de los proyectos presidenciales. Tampoco, para saber que el argumento principal que ponen por delante los detractores del INE, son replicados de la narrativa oficial y no tienen sustento que resistan un análisis serio, alejado del fanatismo.

Por esas y otras razones comparto la idea de que tenemos el deber de defender al INE, de fortalecerlo y hasta de darle más recursos para que cumpla por todas las funciones que se le han ido agregando a su principal tarea.

Y para hacerlo, hay que tomar conciencia de lo que representa para la sociedad, para los partidos -incluyendo lo que ahora es Morena- y para el poder mismo.

Tener un organismo electoral autónomo, fuerte, con recursos humanos profesionales, con presupuesto suficiente y con el reconocimiento del que goza el INE en el ámbito internacional, otorga legitimidad a las elecciones y al gobierno mismo, sea cual sea el resultado de cada votación.

Vulnerarlo, empujar una estrategia sincronizada de bots, de voces afines al poder para tratar de desacreditar al INE por el costo que tienen todas sus funciones, es mezquino, perverso y deleznable. Y ante eso hay que enfrentarse en todas las trincheras posibles.

El verdadero valor del INE no puede medirse en función de números fríos sino de resultados, de confianza, de profesionalismo en el cumplimiento de sus tareas. Finalmente, la alternancia que permitió la llegada de Morena al poder se debe en buena medida a un organismo autónomo, moderno y experimentado como el INE. A muchos se les olvida

abarloventotam@gmail.com

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