En las últimas horas, conforme se acerca la fecha en la que Morena dará a conocer los nombres de sus precandidatos a las Alcaldías en Tamaulipas, la guerra interna se ha intensificado sin mediar las consecuencias.
Lo que para algunos puede ser resultado de la falta de liderazgo partidista, es también la acción desesperada de quienes evidentemente no tienen oportunidad de obtener las ansiadas nominaciones.
Los rumores acerca de las posibles candidaturas casi seguras que se cayeron, las versiones sobre los cambios hipotéticos en el género al que se asignarán las posiciones en disputa y hasta escenarios en donde los menos sólidos en las preferencias electorales quedarían fuera, han circulado profusamente en los días recientes.
El “fuego amigo”, que no es tal, cumple su objetivo de generar confusión entre los simpatizantes del partido del Presidente, que como decía, ante la falta de un liderazgo firme en la entidad, vive un proceso interno en el que las especulaciones son algo cotidiano.
Ese fuego quema especialmente la confianza de quienes están seguros de que el partido designará a los elementos mejor posicionados en las tempranas preferencias electorales que -se supone-, están siendo medidas.
La incertidumbre provocada por la falta de detalles en la definición de géneros y criterios de paridad para asignar las candidaturas, abona al objetivo primordial de quienes alientan esa guerra, que es crear confusión y perjudicar en la percepción pública a quienes van muy adelante en las preferencias.
Del norte al sur, pasando por la capital, lo mismo Carlos Peña Ortiz que Mario López Hernández, Eduardo Gattás e incluyendo a Úrsula Salazar, están siendo objeto de los comentarios sustentados en la especulación que a nada bueno llevan.
Lo más sorprendente es que son los mismos morenistas quienes se han encargado de propalar los rumores que a final de cuentas solamente polarizan más la animadversión que existe entre ellos. El resultado no puede ser favorable si buscan ganar más espacios en el Congreso y Alcaldías.
Es evidente que la necesidad de mostrar el liderazgo partidista es urgente para calmar los ánimos, poner orden y enviar el mensaje de que Morena va en unidad a la elección, aún desde ahora que la competencia interna los tiene enfrentados.
Si el gobierno de Américo Villarreal ha avanzado en varios temas delineados como prioritarios al inicio de su administración, es de esperar que el partido lo acompañe y respalde desde el Congreso, en donde requiere ganar la mayoría en forma contundente.
Pero lo que hemos visto es que la falta de un liderazgo de la dirigencia del partido se refleja en los hilos sueltos del proceso actual, lo que si no se corrige puede poner en riesgo la enorme posibilidad de que Morena gane la mayoría de las diputaciones locales, así como de las Presidencias Municipales.
¿Quién es el o la responsable de poner orden, de enviar las señales de que evitar los golpes bajos, los rumores y la guerra sucia es lo más recomendable para no romper la frágil unidad que existe? De acuerdo con lo políticamente correcto, la dirigente estatal del partido.
Es preciso que quien deba hacerlo, dé un fuerte manotazo en la mesa para que se respeten las decisiones tomadas en los acuerdos previos y que esto ayude a mantener la unidad interna, para que el partido pueda acompañar al gobernador durante su período.
Se requiere una representatividad fuerte de quienes llevan las riendas de Morena en el estado y hasta la acción de quienes de manera informal deben garantizar que la política interna del estado no se salga de control, máxime tratándose del partido en el poder.
Si prevalece la carencia de firmeza, se corre el riesgo de que el partido del presidente se convierta en otro PRD: Llenos de tribus y grupos que en vez de trabajar por un proyecto común y de largo plazo, lo haga por los intereses personales y facciosos.
El fuego amigo, la guerra intestina que vemos, nos dicen claramente que lo que falta son liderazgo y mano firme en el partido.
También, visión para poner orden a todos los que se están desesperados y creen que generando incertidumbre van a conseguir las candidaturas que seguramente ya saben que no tendrán. Pero mientras, el daño ahí quedará.
EL BRINCO DE LOS PRIÍSTAS A MORENA
En Ciudad Madero, priístas y morenistas dan casi como un hecho que el exdirigente municipal Joel Barragán Banda y la todavía diputada federal plurinominal Montserrat Arcos Velázquez, no tardan en saltar del PRI a Morena.
En el caso del primero, se afirma que tiene prácticamente asegurada una regiduría en la planilla de unos de los aspirantes a la Alcaldía y que inclusive, desde antes de dejar el cargo ya andaba haciendo trabajo de promoción de Morena, ante las nulas posibilidades de lograr algo en el tricolor.
De Montserrat Arcos, sostienen, ya dio el primer paso al denunciar públicamente hace días presuntos actos de intimidación y hasta de violencia política de género al presidente nacional del PRI, Alejandro Moreno. Los que saben de esto sostienen que ése fue el primer paso para preparar su salida del tricolor y saltar a Morena.
Y recuerdan que Montserrat es amiga y lleva una muy buena relación con el diputado federal Erasmo González Robledo, quien es el más fuerte aspirante a la candidatura de Morena a la Alcaldía de Ciudad Madero. Ahí puede estar la clave.
ESCOTILLA
¿Quién en Pemex debe explicar por qué una pequeña farmacia ubicada en Ciudad Victoria ha recibido contratos por más de 150 millones de pesos para venderles medicamentos, sin tener la infraestructura, el capital ni la capacidad para eso?
Bien dicen que el diablo está en los detalles y la corrupción, en donde se pueda esconder por un tiempo. El caso salió a la luz ayer tras una investigación hecha por el periódico digital emeequis.
Hace dos sexenios ocurría algo similar en Tamaulipas, aunque ahí el principal beneficiario era un integrante de la familia priísta en el poder.
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