En poco menos de seis años, el PRI de Tamaulipas pasó de ser el partido con mayor presencia y fuerza política, a un simple guiñapo que depende de lo que le aporte como impulso el PAN para seguir recibiendo prerrogativas y ocupando espacios políticos.

La derrota en las elecciones por la gubernatura en 2016 ante un PAN que llegó arrasador con una propuesta de cambio radical que se quedó corto, le costó al tricolor la pérdida de muchas cosas, entre ellas la mayoría legislativa local, las principales presidencias Municipales y hasta la imagen.

Su entrega incondicional al grupo cabecista que controló férreamente el gobierno y el reparto de posiciones, sirvió a unos cuantos priístas que se plegaron a los deseos y peticiones de Francisco, el ex gobernador y su cofradía. Además de ser utilizados, los beneficiarios de esta integración al gabinete en posiciones de primero y segundo nivel, usufructuaron el poder en la medida en que los y las dejaron.

Casi al mismo tiempo vino la desbandada silenciosa y esa diáspora priísta se fue a Morena, que en los últimos dos años se hizo de la mayoría legislativa, la gubernatura y los municipios más grandes. El declive del PRI se aceleró y el año pasado, uncido a una alianza cuya suerte estaba echada por la sombra del cabecismo, se hundió más.

Pero eso parece ser lo que ahora el priísmo no tan nuevo quiere revertir con su participación en los comicios del próximo año. Con un PAN dominado por el grupo cabecista enquistado en la dirigencia estatal que no quiere ceder ante la realidad del rechazo militante, los del tricolor quieren empezar a resurgir poco a poco, para convertirse en una opción atractiva a los ciudadanos.

El primer paso es retomar los principios que les dieron origen y que aportaron al desarrollo del país antes de que se pervirtieran. También, recordar que en Tamaulipas fueron primera fuerza política e impulsores de avances, aunque los rezagos y el daño político y social también hayan sido enormes.

Pero su orgullo y la lealtad -o acaso la falta de espacios en Morena- hicieron que muchos se quedaran y trataran de rescatar lo que les quedaba de dignidad y oportunidades. Eso explica las pugnas que se dieron hace meses por la dirigencia estatal del tricolor.

Un primer paso es la renovación de algunos cuadros, la vuelta a la revaloración de las cosas positivas y la proyección de lo que el PRI puede ser como alternativa a quienes no se identifican con un PAN dividido entre el cabecismo y la militancia tradicional. O entre Morena y su arrolladora ola dominada por el viejo priísmo; un partido Verde que es patiño oficial y un PT que existe solo en el membrete.

Los priístas que se quedaron, sea por gratitud, lealtad o porque no eran bien vistos en Morena, decidieron emprender de nuevo el camino a los orígenes en Tamaulipas. Definieron una tímida agenda que pasa por el fortalecimiento de sus bases -las que quedan- y por diseñar un plan de ruta que incluye la recuperación gradual de posiciones en 2024, pero con la mira puesta más adelante.

En Tamaulipas, el PRI que le toca encabezar a Carlos Solís Gómez tiene ante sí el reto de convencer a quienes se quedaron y a la sociedad civil desencantada con el PAN y con Morena, de que ellos son opción y pueden ser una alternativa confiable, sin radicalismos y sí, con el compromiso de ejercer ahora gobiernos alejados lo más posible de las sospechas de corrupción e impunidad prohijadas durante décadas de poder absoluto que terminó por desgastarlos.

Hoy, una de sus prioridades comenzar a recuperarse a través de un resultado favorable y eventualmente, hasta el triunfo en Ciudad Victoria, la capital del estado.

En Victoria, aunque Eduardo Gattás ha dicho que tiene la fuerza para ser el candidato de Morena a la Alcaldía en búsqueda de la reelección y lleva relaciones bastante aceptables con el gobierno estatal, el PRI quiere enviar como candidata a la diputada Alejandra Cárdenas Castillejos, integrante de una de las familias políticas más conocida en esa región y en la entidad.

¿Qué tan factible es que el tricolor recupere Ciudad Victoria y de ahí empiece a trazar un plan de resurgimiento? Bueno, eso depende de varios factores, entre ellos la decisión de Morena sobre la postulación de su candidato a la Alcaldía. Si el partido o quienes deciden evitan que Gattás vaya a buscar la reelección, el PRI podría tener la oportunidad de capitalizar el descontento que puede generar el dejar fuera de la jugada a Eduardo.

Si en cambio, impera la lógica y Gattás es postulado nuevamente tratando de darle continuidad a lo iniciado, la propuesta de mandar como candidata a Alejandra Cárdenas pasaría a ser el plan “B” y entonces, el PRI arroparía a Oscar Almaraz Smer, quien ya fue Alcalde y tiene cierta estructura territorial en la capital.

¿Ganaría Almaraz este enfrentamiento entre ex priístas? No lo sé, pero quienes sí están enterados de cómo andan las cosas y el ánimo político en Victoria, me comentan que sería un enfrentamiento en el que el más hábil para movilizar, manejar estructuras, aportar recursos y hacer alianzas de largo plazo, incluyentes y serias, eventualmente sería el ganador. ¿Usted quién cree que sea?

Si el PRI es capaz de leer las señales, de entender los tiempos propios y los enroques de Morena de aquí a finales de año, podrá elegir entre Alejandra Cárdenas y Oscar Almaraz a quien lo represente en las elecciones locales de 2024.

Y con o sin el PAN, estaría ante una oportunidad única de empezar a resurgir poco a poco.

Ganar Ciudad Victoria sería, efectivamente una victoria que los ponga en la ruta del regreso lento al escenario político tamaulipeco con una posición de cierta seriedad.

abarloventotam@gmail.com

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