Nunca como ahora, la figura de los candidatos independientes está tan devaluada en un proceso electoral. Al menos, es lo que nos dice la realidad en Tamaulipas.

Desde que fueron contempladas en la ley como figura válida se veían como una moda, porque el surgimiento de las candidaturas independientes se sustentó en el argumento de que los ciudadanos estaban cansados de los partidos y de sus actitudes egoístas, centradas solamente en preservar sus intereses y no en buscar representar el interés común.

El caso más emblemático de una candidatura independiente -es decir, no ligada a partido alguno, que no de un ciudadano sin militancia previa-, fue el de Jaime Rodríguez Calderón “El Bronco”, que llegó a ser gobernador de Nuevo León y aspiró a la Presidencia de la República. “El Bronco” había sido Alcalde priísta de García, N.L. y dejó el partido tras desacuerdos en la forma en que el tricolor quería sacar a su candidato a la gubernatura.

En su momento, combinó bien el estereotipo del norteño bronco, el que no se deja, el aventado y el de lenguaje florido, con el fácil surgimiento de folclóricas expresiones que le ayudaron a conectar con los ciudadanos de a pie, esos que se mueven más por la emoción que por la razón. Luego, con su narrativa se fue ganando el apoyo de otros sectores y finalmente, ganó en un estado que se había cansado de gobiernos del PRI y del PAN.

Pero el encanto con los independientes duró menos de un sexenio, pues mientras “El Bronco” mostraba su verdadero rostro como pésimo administrador y peor político, en Jalisco emergió Pedro Kumamoto, que también se convirtió en un fenómeno, hasta que hace unas pocas semanas cedió ante los ofrecimientos de posiciones de poder que le hizo Morena. Es decir, esos dos casos son paradigmáticos de cómo un experimento sale mal.

En Tamaulipas, en 2016 hubo un candidato independiente que al final demostró no serlo, pues Francisco Chavira Martínez entregó lo poco que había ganado en esperanzas de los desencantados de los partidos a un Francisco García Cabeza de Vaca que ya se perfilaba claramente como futuro gobernador.

¿A qué viene esto? A que ayer el Instituto Electoral de Tamaulipas (Ietam) dio a conocer que menos de la mitad de los 15 ciudadanos que se registraron ante ese organismo para seguir el proceso de ser considerados candidatos independientes a las presidencias municipales, habían logrado cumplir con el requisito principal.

De los 15 interesados, apenas 7 habían conseguido el número mínimo indispensable y un poco más, de las firmas de ciudadanos que necesitan para poder contender. Hay dos que no pudieron obtener ni un solo apoyo y otro que duplicó el umbral establecido como mínimo. El resto oscila entre el 6% y el 40%, señales del poco interés de sus propios conciudadanos en darles su respaldo.

Otro dato que nos muestra que la figura de los independientes pasó de moda muy pronto y quizá no vuelva a resurgir, es que de los 43 municipios de Tamaulipas solo se inscribieron y lograron llegar a esta etapa de reunir firmas los interesados de diez localidades.

De acuerdo con los lineamientos establecidos por el Ietam, los interesados tuvieron del 23 de diciembre y hasta este domingo 21 de enero para reunir las firmas equivalentes a por lo menos el 3% del padrón de votantes en cada municipio, pero por los números que ayer difundió el organismo encargado de planear y llevar a cabo las elecciones locales, el resultado general es un fracaso.

Eso no es lo sorprendente, porque en lo que se refiere a las diputaciones locales, solamente en 3 de los 22 distritos se registraron interesados en ser candidatos independientes y de esos, solamente uno (Roberto Carlos Efraín Cepeda Ramírez, del 14 de Ciudad Victoria) está cerca de cumplir el requisito de las firmas, mientras que Oscar Lamberto Saucedo Huerta, que quiere competir por el 20 de Ciudad Madero no ha conseguido una sola firma. En medio está Ranferi Hinojosa Arzate, que quiere ser abanderado en el 1 de Nuevo Laredo apenas llevaba el 3.54% de los apoyos necesarios.

De ellos, quien podría cumplir ese requisito y aparecer como candidato independiente si el Ietam concluye que todas las firmas entregadas son válidas, es Cepeda Ramírez, de Ciudad Victoria. De los otros dos, solo puede decirse que ni siquiera empezaron a caminar en esta carrera.

Como decía, el experimento de los candidatos independientes puede contarse de distintas maneras en cada parte del país. En Nuevo León y Jalisco, las cosas no marcharon bien. En San Luis, Tamaulipas y otras entidades, los aspirantes se desfondaron al corto tiempo.

Uno de los problemas es que cuando se pensó en impulsar la figura de los candidatos independientes se pensó que muchos ciudadanos sin partido, pero con buena presencia territorial e imagen respetable se animarían a competir para no mancharse con la mala fama de los institutos políticos conocidos.

Ya vimos que no fue así, porque la mayoría que ha competido con esa bandera proviene de cualquiera de los partidos.

El punto concluyente aquí es que, de nuevo, en Tamaulipas volveremos a tener una competencia de dos grandes bloques, que no bipartidista, porque aunque el Verde, el PT, el PRI, el PRD y Movimiento Ciudadano vayan en coalición o solos, sus estructuras territoriales, sus recursos y hasta su prestigio van unidos y esperanzados a lo que logren en los comicios los más grandes: Morena y el PAN.

De ahí en fuera, los independientes son ya algo meramente anecdótico, aunque una muy mala referencia para la acechada democracia mexicana.

ESCOTILLA

Si a los que se dicen demócratas y mexicanos responsables -sean de la izquierda, derecha, centro o de donde sea- no les preocupa sobremanera el anuncio que hizo ayer el presidente López Obrador, en el sentido de insistir en la desaparición de los órganos autónomos, las cosas están muy mal.

Validar con una narrativa oficialista y oficiosa el argumento de Andrés Manuel, repitiendo que esos entes fueron creados por los neoliberales para solapar la corrupción, es una ofensa a la inteligencia.

Los organismos autónomos son un contrapeso al poder cuasi absoluto que había en este país durante el PRIato.

Pretender hacer pasar ese empecinamiento presidencial por acabar con toda institución que ayude a equilibrar el ejercicio del poder es perverso y, a final de cuentas, mezquino. Para eso y para meter mano en la Corte , quiere el Presidente ganar la mayoría en las Cámaras.

abarloventotam@gmail.com

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