Con la definición del método para seleccionar a quien será su candidato o candidata a la Presidencia de la República en 2024, Morena busca asegurarse de que todos los interesados en obtener la nominación validen el resultado final del proceso interno. Quiere evitar rupturas y cuestionamientos a la decisión que parece tomada con antelación.

Además de tener una narrativa que ayude a desacreditar cualquier intento de desconocimiento de los resultados, los aspirantes se verán obligados por congruencia, a mantener la unidad que tanto necesitan para ir a los comicios de 2024, sin riesgos de ver reducido su nivel de votación esperado.

No es que Morena enfrente el peligro de perder -salvo que existiera algo sumamente extraordinario que nadie vea hasta ahora-, pero es importante para el movimiento fundado por Andrés Manuel proyectar hacia la sociedad civil un partido unificado y sin desavenencias que exhiban rasgos de autoritarismo o caudillismo utilizado para favorecer a alguien.

El Consejo Nacional de Morena sesionó el domingo pasado para definir el método y se acordó que será mediante la realización de cinco encuestas en las que participarán quienes se registren y que hasta el momento se sabe que podrían ser el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard Casaubón; el secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández; el senador Ricardo Monreal Ávila y la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo.

En un grupo complementario se apuntaron desde ahora el senador del partido Verde, Manuel Velasco Coello y el diputado del Partido del Trabajo, Gerardo Fernández Noroña. La senadora Yeidckol Polevnsky también quiere ser.

Hasta ayer había renunciado Marcelo, mientras que Velasco y Monreal solicitaron licencia a sus cargos. Adán Augusto y Claudia ya lo hicieron también.

Con el acuerdo y la firma de un compromiso para mantener la unidad, los aspirantes están confirmando que aunque tengan derecho, no podrán cuestionar los resultados de las encuestas. Es decir, tendrán que acatar lo que se diga el 5 de septiembre, cuando se den a conocer lo que digan las mediciones.

Hasta ahora, a Andrés Manuel le ha salido bien el proceso interno que él mismo aceleró hace más de un año y al cual le metió mayor impulso hace semanas, luego de haber sufrido un desmayo en un evento público en el sureste.

Bien dicen que nada hay seguro en esta vida más que la muerte y quizá el temor ante la posibilidad de cualquier eventualidad surgida de una ausencia física permanente, hizo que el Presidente analizara bien la situación. Sin él al mando, la sucesión sería un caos, fue la conclusión.

Y aunque el mismo domingo Ricardo Monreal haya dicho -sin convencerse ni a sí mismo-, que con la apertura del proceso se terminan las cargadas que han favorecido a Claudia Sheinbaum -la consentida de Andrés Manuel-, la realidad es que esto solamente le da mayor margen de maniobra a la Jefa de Gobierno.

Precisamente, Claudia pidió licencia a su cargo este viernes, para comenzar a hacer abiertamente lo que desde hace meses ya realiza: Su promoción pública, el uso de estructuras oficiales a discreción y la recepción del apoyo públicos de gobernadores, senadores, funcionarios y gente afín a su proyecto.

Lo que Morena quiere lograr con este ejercicio con base en encuestas es quitar presión al proceso interno, tratar de amarrar desde ahora las manos y poner un ziper en la boca a los aspirantes, especialmente a los más inquietos, para que con los resultados de las encuestas y su participación le den legitimidad a lo que seguramente ya decidió Andrés Manuel.

¿Se parece a lo que hacía el viejo PRI, como cuando en el 87 se hizo una pasarela de aspirantes de la cual salió finalmente Carlos Salinas de Gortari? Claro que se parece mucho: Las viejas costumbres no se olvidan tan fácil cuando se nace y se crece con ellas.

¿Y entonces Monreal jugará el papel de Cuauhtémoc Cárdenas en el 87 y se va a ir por un frente opositor para romper la unidad morenista? Para nada, eso descártelo.

Hay suficientes indicios de que a Ricardo Monreal ya le ofrecieron la posibilidad de, por fin, ser candidato a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, lo que significaría un retiro dorado de la política. Eso y no molestar a su hermano David, el gobernador del sangriento Zacatecas o la enorme red de negocios que se le atribuyen a otros familiares cercanos.

Monreal no es Cárdenas, ya lo he dicho. Cuauhtémoc no habría aceptado cargo alguno y tampoco habría cedido ante la tentación del poder. Pero no son iguales, por fortuna.

¿Y los demás? Sólo cambie los nombres y hasta el género, pero es casi lo mismo. Tendremos mucho tiempo para ir hablando de los otros aspirantes y, en el caso de Tamaulipas, sus relaciones poco convenientes.

EL ENTUSIASMO DE ÚRSULA

En el equipo de la diputada Úrsula Patricia Salazar Mojica, presidenta de la Junta de Coordinación Política del Congreso se notan contentos.

Afirman que ella será la candidata de Morena a la Alcaldía de Tampico, porque “es sobrina del Presidente López Obrador”.

Lo que no ven los entusiastas y publirrelacionistas es que esa es precisamente su principal ventaja y al mismo tiempo, debilidad. Además, las encuestas no parecen favorecerle hasta ahora . Aún tiene tiempo, ojalá que lo aproveche.

abarloventotam@gmail.com

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