La situación que enfrenta el PAN en Tamaulipas debe preocupar a más que a sus militantes y simpatizantes, por las consecuencias que puede traer que no sea un partido fuerte y con capacidad de organización para los siguientes compromisos electorales.

El blanquiazul pasa por momentos difíciles después de la derrota en las elecciones del año pasado, cuando perdió la gubernatura obtenida apenas seis años antes. El sexenio cabecista, por cierto, fue de ambivalencias para el partido, pues aunque en 2016 ganó de manera arrasadora tras el declive priísta, en 2021 demostró que se las cosas se hicieron mal en el partido y en el gobierno.

De la frontera al sur, pasando por el centro del estado, el panismo tamaulipeco vivió una etapa en la que por un lado se sentía bien por haber sacado de Palacio a un PRI esclerótico y disminuido a propósito desde el mismo poder y por el otro, se sentía acorralado por el grupo en el gobierno.

Francisco, el ex gobernador, prácticamente le entregó el manejo del partido a su hermano Ismael, a quien hizo senador, consejero personal, intermediario en numerosas negociaciones y principal hombre de todas sus confianzas. El control de las Comapas fue uno de los claros ejemplos de su injerencia en el gobierno.

La entrega del PAN estatal a Ismael y a la cofradía cabecista resultó una pésima decisión, pues las derrotas se fueron acumulando desde el momento en que el senador decidió que Luis René “Cachorro” Cantú Galván se quedara como encargado de Acción Nacional en la entidad.

Desde entonces, el PAN ha perdido todo: La mayoría en el Congreso, los principales Ayuntamientos, la gubernatura, la senaduría que estaba vacante, todo. Casi, hasta la dignidad porque tanto “Cachorro” Cantú como unos cuantos legisladores que llegaron al Congreso apadrinados por Ismael, son de los poquísimos que se atreven a salir en defensa de Francisco y del senador que los patrocinó.

El PAN de Tamaulipas es hoy un partido sin liderazgo, con una dirigencia que ha dado resultados mediocres, con un encargado que no ve más alla de lo que le indican Ismael, Francisco y sus demás cófrades.

Es un PAN con un grupo legislativo en el que la presencia de cabecistas es preponderante y que por lo mismo, son mal vistos por el verdadero panismo, el que fue desplazado por los Cabeza de Vaca durante el sexenio pasado.

Los lastres de Acción Nacional en Tamaulipas son en ese sentido, los cabecistas enquistados en el Congreso, el propio dirigente estatal y los Cabeza de Vaca, quienes a toda costa quieren seguir controlando al partido para quedarse con la mayor parte de las posiciones que se van a disputar en 2024.

En su plan aparece conseguirle una senaduría plurinominal a Francisco, una posible candidatura para que Ismael se reelija; otra para Imelda Sanmiguel, incondicional de Ismael y por si falta alguna otra, ahí tienen a Gerardo Peña Flores, un tipo bien intencionado pero ineficaz como Secretario General de Gobierno y totalmente anodino ahora como diputado federal, pero muy leal a los Cabeza.

Esa es la intención que tienen, ése es el plan diseñado desde que perdieron la gubernatura los cabecistas, que no los panistas verdaderos, esos que se mantuvieron alejados de las tentaciones del poder durante el cabecismo.

Parece perverso porque quieren quedarse con todo, seguir desplazando a los pocos liderazgos regionales que existen y llevar de paso al partido a un enfrentamiento sin futuro con la Cuatroté, ahora que los azules no tienen los recursos financieros e institucionales de antes. Parece, pero eso es lo que quieren.

Por eso, decía que a nadie conviene que el PAN en Tamaulipas esté así, con lastres enormes y sin liderazgo, con un grupúsculo que lo controla y lo mantiene en una posición de mediocridad, con afanes de controntación estéril en condiciones desfavorables.

Un PAN así se volverá débil, conflictivo, desesperado y especialmente, rechazado por los ciudadanos con o sin partido, con o sin preferencia partidista o identificación ideológica.

Un PAN así no será el interlocutor que se necesita para encauzar las inquietudes de una enorme granja de la sociedad civil que no coincide con los postulados de la Cuatroté y mucho menos de Andrés Manuel.

No soy quién para decirle a los panistas de Tamaulipas qué es lo que deben hacer, pero el sentido común indica que lo primero que tendrían qué hacer es una auto crítica, una reflexión sobre el papel de “Cachorro” Cantú y su conducta pusilánime ante Francisco e Ismael, quienes lo mantienen en la dirigencia a pesar de su mediocre desempeño, de su visión chata y de su ineficiencia como responsable del partido.

También creo que además de la profunda revisión de su situación actual y de un diagnóstico claro de lo que necesitan como partido para reorganizarse, lo urgente es hacer lo que se requiera para empujar un cambio en la dirigencia a como dé lugar.

Si no lo hacen y permiten que los testaferros de los Cabeza de Vaca sigan en la dirigencia y en el Congreso, el futuro no se ve tan bueno para el blanquiazul.

abarloventotam@gmail.com

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