Si bien no existe una explicación única que sirva para entender los motivos que llevaron a una mayoría de votantes a decidirse por una nueva alternancia en el gobierno de Tamaulipas, hay claves que ilustran sobre el detonador de estos acontecimientos.

El hartazgo de algunos grupos sociales como los de los burócratas estatales, los trabajadores del magisterio y del sector salud, es uno de los factores que influyeron en el rumbo de la elección, la cual se fue definiendo desde las primeras tres semanas de la competencia en la que participaron Américo Villarreal Anaya, César Verástegui Ostos y Arturo Diez Gutiérrez Navarro.

Durante los últimos años, no pocos empleados del gobierno estatal adscritos a áreas vitales para el funcionamiento operativo y administrativo fueron relegados. Muchos fueron despedidos y a otros se les redujeron, retrasaron o negaron beneficios contractuales que tenían mucho tiempo recibiendo.

A otros se les reasignó a departamentos en donde realizaban tareas ajenas a las que venían desempeñando y en general, se convirtieron en un grupo que sufrió acoso y un trato distinto al que estaban acostumbrados. Eso no significa que hubiera muchos que venían haciendo mal su trabajo, pero ese es otro tema.

En el caso de los trabajadores del sector salud y de los maestros, fueron frecuentes las quejas sobre pagos no entregados, estímulos que se retrasaron, ascensos no aplicados, equipo y diversos beneficios que no se les hicieron llegar, además de la actitud con la que los responsables de esas áreas tuvieron con muchos de ellos.

Si a eso le agregamos que en lo político, el grupo que llegó al poder aplicó una estrategia de contención del avance de los viejos cuadros priístas, sometió al panismo a decisiones unipersonales y por ende, antidemocráticas, aunado a la decisión de actuar sin contrapesos de algún tipo, el resultado es el que vimos el 5 de junio.

Para entender el sentido del voto de los miles de ciudadanos que optaron por una oferta política diferente en las elecciones pasadas, también hay que ver lo que se hizo de lado de los ganadores para explotar la inconformidad de esos grupos sociales y de numerosos ciudadanos que no se sintieron representados por quienes detentaron el poder en este tiempo.

La narrativa que hizo ganar a López Obrador hace 4 años cayó en Tamaulipas como semilla en tierra fértil, pues se ajustó perfectamente a lo que se estaba viviendo, desde la percepción de muchos tamaulipecos. Claro, la guerra política también jugó un papel importantísimo para erosionar la imagen de los principales referentes del panismo en el estado. El resultado ya lo vimos.

Para entender lo que motivó la nueva alternancia en Tamaulipas, no se precisa de un análisis demasiado profundo para darse cuenta de que el terreno estaba listo para que cualquier candidato que ofreciera un cambio de condiciones a los grupos sociales agraviados en el actual sexenio, tuviera éxito en su proyecto.

No se requiere de pensar mucho para comprender que sin la ayuda de los perdedores de hoy, quienes ganaron habrían tenido una campaña más difícil. La arrogancia y la insultante soberbia de los derrotados fue vital para que Morena ganara contundentemente.

Tampoco es un secreto que la actitud de quienes estuvieron detrás del proyecto perdedor influyó de manera determinante en los resultados. No hace falta decir mucho más. El que entendió, entendió.

SIN PERDER LA ESPERANZA

En su segunda aparición pública tras los comicios de junio, el ex candidato de la coalición “Va por Tamaulipas” al gobierno estatal, César Verástegui Ostos dijo esta semana que el PAN se mantendrá esperanzado de que las autoridades electorales atiendan su reclamo de pedir la anulación de los comicios.

Sin perder la esperanza, Verástegui destacó que los recursos jurídicos presentados por el abogado que el partido contrató para dar seguimiento al asunto, tienen la solidez suficiente para que el Tribunal Federal Electoral los dé por buenos y anule las elecciones que ganó Morena.

El ex candidato panista parece muy convencido de que la última instancia jurídica en el ámbito electoral le dará la razón y entonces, según el planteamiento que tienen en el PAN, se podría ordenar la reposición del proceso electoral. Se ve casi imposible, pero es legítimo su derecho a esperar un resultado favorable.

ESCOTILLA

Parece que a quienes manejaron al PAN de Tamaulipas como una oficina de partes y notificaciones les importa poco que proyecten una imagen deplorable con la pésima broma que es impulsar a Luis René “Cachorro” Cantú como aspirante a la reelección.

Saben bien que “Cachorro” ha sido el peor presidente del blanquiazul en el último cuarto de siglo y aún así, insisten en querer dejarlo ahí. Lo dicho: La soberbia no parece entender el cambio.

abarloventotam@gmail.com

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