Ayer, las autoridades sanitarias confirmaron lo que se ha venido diciendo con insistencia desde que por decreto, el gobierno federal puso a casi todos los estados en semáforo Verde, en cuanto a riesgo por Covid: El peligro no ha pasado ni se ve que en el corto plazo eso vaya a suceder.

La Secretaría de Salud federal reportó que ayer se registraron 4 mil 253 contagios que se suman a los casos activos. Con esas cifras, en México había además 230 mil 792 personas muertas a causa de complicaciones en su salud por Covid-19.

Desde que se tiene registro de la pandemia, las autoridades dicen que hay 2 millones 467 mil 643 casos acumulados, pero los otros datos dicen que la estimación de casos totales hasta ayer era de 200 mil personas afectadas más que la cifra oficial: Son 2 millones 652 mil 438.

Tanto número podría parecer tedioso para cualquiera que no entienda la gravedad del problema y la necesidad de atenderlo con absoluta responsabilidad.

Sea si se trata del gobierno o de los ciudadanos, la tarea de enfrentar la situación debe ser compartida.

Los efectos sociales, psicológicos, económicos y sanitarios de la pandemia son de largo alcance y de un impacto severo lo mismo en el entorno familiar de quienes se han contagiado o fallecido, que en las relaciones sociales o laborales.

La magnitud del problema es grande y no puede minimizarse la urgencia de seguir observando las medidas de prevención ya conocidas.

También es un llamado de atención a las autoridades sanitarias para actuar con responsabilidad, pues respaldar decisiones unilaterales, no consensuadas con el sector privado ni la sociedad, para abrir nuevamente y sin tanta restricción las actividades sociales o económicas, va a provocar con mayor fuerza el resurgimiento, que es lo que estamos viendo en estos días.

El repunte en el número de contagios es notorio e imparable y puede atribuirse en buena medida a la laxitud con la que la Secretaría de Salud acató la instrucción presidencial de decretar el cambio en la clasificación de riesgo en casi todo el país,  con la apertura mediante el llamado “semáforo Verde”.

Hacer que miles de estudiantes de la Ciudad de México regresarán a clases un día después de las elecciones y alentar que en el resto del país la población saliera a las calles como si el peligro ya hubiera pasado, va a ser muy costoso en términos de vidas. Es más,  ya hay casos de alumnos contagiados en sus escuelas.

Aunque los mismos números del gobierno afirman que se han aplicado 38 millones 633 mil 462 dosis de vacunas, eso representa apenas el 30% de la población mexicana y por sí misma, la campaña no garantiza que estemos exentos de otro rebrote.

Los números negros del Covid en México nos sugieren que entre todos sigamos cuidándonos, porque la situación no ha terminado, aunque para muchas personas las cosas ya no están graves.

Eso es precisamente lo difícil, hacer entender a gran cantidad de ciudadanos que ha bajado la guardia,  pensando erróneamente que la pandemia fue una moda que afectó a otros y jamás les tocará el turno de contagiarse.

En Tamaulipas, por ejemplo,  la Secretaría de Salud anunció que ayer se confirmaron 212 nuevos contagios, para llegar a 57 mil 353 casos acumulados.

En lo que va de la crisis sanitaria, 5 mil 262 tamaulipecos han fallecido a causa de los efectos del Covid en su salud.

Prácticamente todos conocemos a alguien o tenemos algún familiar que se contagió o ha perdido la vida. De igual manera, sabemos de quienes han ganado la batalla y por lo mismo, eso debe ser el principal aliciente para no bajar la guardia.

Por ejemplo, basta ver en el transporte público que los conductores son los primeros en no respetar las indicaciones de prevención.

En no pocos supermercados, los protocolos de detección y de desinfección son nulos o deficientes. En restaurantes   sobre todo los pequeños, las fondas y los negocios informales, es raro ver que atiendan las recomendaciones. Colocar una botella con gel que difícilmente cumple las especificaciones sanitarias es lo más que puede encontrarse y eso no ayuda.

Y así, en mercados ambulantes, los comerciantes usan los cubrebocas para todo, menos para lo que están obligados que para proteger su salud y la de los demás.

A eso me refiero, a las actitudes poco responsables, indolentes, criminales, de muchos ciudadanos que tomando como pretexto la campaña de vacunación y la apertura de actividades sociales y productivas, relajan los cuidados en perjuicio de la salud pública.

Y mientras eso sucede, las autoridades hacen como que sí están al pendiente, pero en realidad no se nota su trabajo de manera efectiva. Las cifras lo confirman.

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