Sobreponerse a una tragedia siempre es un camino cuesta arriba y muchas veces, recorrido en solitario. No importa si es personal, familiar o pública: El dolor y la desolación no encuentran calma ni con todas las palabras de aliento, las muestras de solidaridad o las acciones movidas por la empatía.
La pérdida seguirá doliendo, independientemente del tiempo que transcurra y de la manera en la que cada uno maneje la situación. Pero aún así, en medio de todo, se debe dar tiempo para ir al fondo y tratar de encontrar una explicación a las cosas.
En el caso cercano, inmediato y lamentable del desplome del techo en una iglesia de Ciudad Madero, las cosas no pueden quedarse en la extraordinaria muestra de solidaridad de los ciudadanos, en la rápida aunque inicialmente errática actuación de las autoridades o en la coincidencia en que la tragedia marcó vidas.
A la preocupación por el estado de salud de quienes permanecieron horas bajo los escombros o en los hospitales públicos y privados, debe seguir de inmediato una investigación a fondo de lo sucedido para determinar si se trató de una infortunada combinación de daño estructural provocado por el deterioro propio de los años, el inadecuado mantenimiento o la falta de supervisión por parte de autoridades a quienes corresponde verificar que todo sitio en el que se congreguen personas cumpla con las condiciones de seguridad.
Al dolor compartido de la sociedad civil y autoridades con los familiares de quienes perdieron la vida o siguen hospitalizados, debe seguir de inmediato un trabajo genuino de evaluación del desempeño de quienes debieron haber previsto esta situación, sea quien sea.
No se trata de buscar un responsable o de que se desvíe la atención de lo importante que es el estado de salud de los lesionados, sino de determinar si algo o alguien falló en la parte más delicada del proceso de inspección, de verificación de las condiciones en las que estaba la estructura del inmueble.
No es porque el templo católico haya tenido más de medio siglo en pie y que eso justifique lo sucedido, sino porque es preciso encontrar respuestas que medianamente satisfagan las dudas de todos.
Aún si se determinara mediante un peritaje que alguna autoridad, algún funcionario u otra persona no actuó con responsabilidad en la previsión de esta tragedia, el resultado no va a regresar a la vida a quienes fallecieron ni a restablecer mágicamente la salud a quienes están hospitalizados. Tampoco va a borrar las escenas de dolor, los gritos, el impacto de lo ocurrido a quienes estuvieron cerca y vivieron la angustia durante horas.
No, eso no va a suceder pero sí va a ayudar a saber en dónde estuvo la falla, quién tiene cierta responsabilidad directa o por omisión o simplemente si se trató de una lamentable coincidencia de factores que terminaron por hacer colapsar el techo de la iglesia de la Santa Cruz en Ciudad Madero.
LA SOLIDARIDAD POR ENCIMA DE TODO
Entre las cosas rescatables están la solidaridad espontánea de la gente que estaba cerca y de quienes llegaron pronto al lugar. La presencia de autoridades municipales y estatales, con el Alcalde Adrián Oseguera y el gobernador Américo Villarreal en las primeras horas, fue algo determinante para poder acelerar los trabajos de rescate y poner orden en medio del caos.
Con las manos, con herramientas o maquinaria, la gente comenzó a hacer lo que el sentido común le dictaba para remover los escombros, buscar y rescatar personas atrapadas y ofrecerles ayuda inmediata en tanto llegaban as autoridades.
Entre el llanto, los gritos, la sangre, el desconcierto y la angustia por saber si sus familiares estaban vivos bajo la mole de concreto que se vino abajo, vecinos, ciudadanos comunes y parientes de quienes estaban en la iglesia en una celebración eucarística se sumaron a la marea humana que se movió para atender la tragedia.
Apenas poco después de conocerse los hechos, el gobernador Américo Villarreal envió por redes sociales sus condolencias a los deudos de las personas fallecidas y dio instrucciones para que los integrantes de su gabinete se dieran a la tarea de coordinarse con el Ayuntamiento de Ciudad Madero para atender la situación.
Poco después, Américo dejó el evento con el que celebraría su primer año de gobierno y viajó a la zona sur para encabezar personalmente las laborees de rescate.
Previamente, personal de instituciones de seguridad pública, protección civil y del Sector Salud de enfocaron en brindar la atención a las personas que llegaron a los hospitales y a quienes eran rescatados del lugar.
Desde el primer momento, la administración estatal se hizo cargo de todo lo necesario para el cuidado de la salud de las víctimas.
Por cierto, mientras las autoridades estatales y municipales daban prioridad a la atención de la tragedia y a estar al pendiente de las condiciones físicas de los rescatados con vida, no faltó quien apareció en el lugar con interés de aprovechar la exposición y promoverse en tiempos previos al inicio de las precampañas, especialmente gente identificada con el pasado.
ESCOTILLA
En lo que parece fuego amigo, ayer comenzaron a circular nuevamente versiones sobre presuntos cambios en la Dirección Regional de Protección Civil, ceses y llegadas de nuevos funcionarios.
La verdad es que oficialmente no hay confirmación al respecto, pero de lo que sí hay certeza es de que haya nuevos funcionarios al frente de esa dependencia o no, debe revisarse la actuación de quienes han estado antes y aún ahora en ese puesto.
De alguien debe ser la responsabilidad de no detectar el riesgo en la iglesia donde ocurrió la tragedia del domingo, por no haber revisado las condiciones estructurales del inmueble. Veremos.
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