Ramiro Ramos Salinas, ex diputado local y ex presidente de la Junta de Coordinación Política en la última Legislatura controlada por el PRI en Tamaulipas, está decidido a lograr un objetivo trazado hace tiempo: Buscar la candidatura del tricolor al Senado.
Para eso empezó la segunda etapa de una estrategia que aplicó desde finales del año pasado, cuando con su activismo logró ser considerado entre las opciones que el PRI propondría en la alianza formada con el PAN y el PRD para disputar la gubernatura en las elecciones de junio pasado.
Las reuniones con la militancia que se quedó, con grupos de ciudadanos y con rperesentantes de sectores productivos, desde Nuevo Laredo a Matamoros principalmente, hicieron que Ramiro se colocara nuevamente en la escena pública.
Luego pasó todo lo demás y la situación actual es idónea para que el neolaredense pueda aspirar con bastantes posibilidades a buscar la senaduría.
Hoy, ante la coyuntura que se generó por la trágica muerte del senador Faustino López Vargas, Tamaulipas vivirá un proceso electoral extraordinario del que saldrá quien ocupe esa curul vacante en el Senado.
Y aunque Ramiro había pensado en la senaduría como un escalón importante previo a lo que todo político tamaulipeco desea cuando inicia su carrera, la tragedia de López Vargas aceleró sus planes.
Con un PAN que no termina de sacudirse los residuos cabecistas, con una cofradía fiel a Francisco e Ismael que quiere seguir forzando las cosas y pretende colocar a un candidato azul en la posible alianza con el PRI, la figura de Ramiro emerge como una opción opositora bien vista. Y si no hay alianza, ya llevará una buena ventaja.
Sin embargo, hasta donde se sabe no existe todavía una posibilidad de que en la elección extraordinaria se repita el ejercicio de una alianza del PAN con el PRI y el PRD como sucedió con la gubernatura, por lo que ante la indefinición, Ramiro decidió no esperar más y aprovechar el tiempo.
Ramos Salinas está por retomar una gira que el año pasado lo llevó a varios municipios del estado, pulsando el sentir de los priístas y de la sociedad en general. Ahora, cree, las condiciones son ideales para que el tricolor pueda proponer a un candidato que encabece esa posible alianza y está convencido de que cumple con los requisitos para ello.
Por lo pronto, ya anunció que va a recorrer nuevamente el estado hablando de su libro “Una Propuesta para Tamaulipas”, publicado en 2017 y que posteriormente fue editado con el auspicio de la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT) bajo el título “Desarrollo Social para Tamaulipas”.
El ex diputado priísta, que en la recta final del gobierno de Egidio Torre Cantú fue visto como una opción en la búsqueda de la candidatura al gobierno estatal, ya tiene planeado aumentar su activismo en redes sociales, en entrevistas en medios y reuniones con priístas y ciudadanos.
Quiere ser el candidato del PRI y si es que existe una alianza nuevamente con el PAN y el PRD, crecer lo suficiente para encabezarla. Las posibilidades existen, pues en el blanquiazul no hay todavía alguien con un perfil que pueda competirle a Morena.
EL DESLINDE PANISTA
Hace aproximadamente mes y medio comenté aquí que los panistas del estado habían empezado a desmontar la estructura que heredó el cabecismo en la entidad. La derrotas de los y las candidatos del anterior grupo en el poder estatal dejaron claro que la militancia tradicional, es decir, los panistas que fueron desplazados por Francisco, Ismael y sus cófrades, quieren borrar todo indicio de su presencia en el partido.
De la frontera hasta el sur, el panismo sigue insistiendo en que los pocos residuos que quedan del anterior régimen sean drenados por cualquier vía, para que la pestilencia de las sospechas de corrupción no los salpique más.
El deslinde incluye a aquellos personajes que colaboraron en el gabinete de Cabeza de Vaca y a los poquísimos que se mantienen aferrados a alguna posición que todavía tiene el claro tufo cabecista. Los panistas no los quieren cerca y por eso, ningún elemento representativo ha salido a defenderlos.
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