Ver, leer y escuchar que las autoridades federales pretenden que el 30 de agosto regresen a clases presenciales millones de estudiantes mexicanos puede parecer un sinsentido, si reflexionemos sobre la gravedad del asunto.

Y digo gravedad porque el grupo poblacional de estudiantes menores de edad ni siquiera está contemplado en la estrategia de vacunación contra el Covid, sencillamente porque todavía no hay vacunas aprobadas para ellos. Al menos en México.

Además, millones de jóvenes que van de los 18 -y según la clasificación oficial- hasta los 30 años, no han sido vacunados en la mayor parte del país, mientras los de otros grupos etarios ya tienen al menos una dosis.

En un país que tiene apenas el 27% de la población mayor de 18 años con el esquema de vacunación completo, en lo particular veo muy difícil que la mayor parte de los padres de familia quiera atender la disposición oficial de que sus hijos regresen a clases presenciales, por la simple razón de que van a buscar protegerlos por todos los medios y maneras posibles de cualquier contagio.

El Presidente López Obrador dijo ayer que el 30 de agosto van a reiniciarse presencialmente las actividades académicas en las escuelas. Hace un par de días dijo que el encierro agudiza la distracción de los menores y potencia las adicciones, en este caso del uso de videojuegos y aparatos electrónicos a los que niños y jóvenes recurren para su entretenimiento.

En este sentido, pueden existir muchas opiniones al respecto, que fundamentalmente se van a alinear a favor o en contra de lo expresado por el Presidente.

Habrá quienes coincidan en lo dañino que es el abuso en el tiempo que se dedica al esparcimiento de los menores y jóvenes mediante videojuegos y diversos aparatos electrónicos. Puede ser que muchos estén de acuerdo en la preocupación de López Obrador y consideren que el regreso a clases va a ayudar a ir reduciendo ese problema, además de fomentar la reinserción de los estudiantes en la dinámica de aprendizaje que existía antes del encierro a causa de la pandemia.

Puede ser en eso y más que el Presidente reciba el apoyo tácito de muchos, pero se deja de lado algo importante: Eso queda en el ámbito de lo privado, en la atribución exclusiva de los padres.

La libertad que en cada hogar se brinde a niños y jóvenes para el disfrute de artefactos electrónicos, uso de juegos o realización de otro tipo de actividades para la recreación, es exclusiva responsabilidad de los padres o tutores. Por bueno o perjudicial que sea eso, tienen esa libertad.

Por más razón que pudiera tener el Presidente en su argumento para hacer obligatorio el regreso a clases en agosto, a pesar de que para entonces la mayor parte de la población no tenga completo su esquema de vacunación, el sentido común nos dice que habrá muchos padres de familia y hasta estudiantes que se nieguen a atender esa disposición.

El miedo al contagio y las consecuencias de las complicaciones en la salud son suficientemente fuertes como para disuadir a muchos de regresar a las escuelas, mientras las autoridades no muestren capacidad para lograr controlar la pandemia.

Con ese antecedente, me parece que el deseo presidencial de que el 30 de agosto todos los estudiantes regresen a clases se va a topar con la firme negativa de muchos padres, niños y jóvenes a acatar la medida.

Particularmente lo entiendo, coincido con su preocupación y comparto su genuino interés de que niños y jóvenes se reintegren lo más pronto posible a sus actividades escolares en las aulas.

Pero como ciudadano difiero de lo tajante de su postura, de la intransigencia para aceptar que lo que sucede en cada hogar con el uso o abuso de videojuegos y aparatos electrónicos para el esparcimiento de los menores, es exclusiva responsabilidad de los jefes de familia. Guste o no, tienen esa libertad y hay que entenderlo así, aunque no sea lo deseable para su desarrollo óptimo.

Además, como padre de familia creo que muchos estarán de acuerdo en que mientras no se aumente la cobertura de los esquemas de vacunación o estén incompletos, no tiene caso alguno que los muchachos regresen a las aulas.

Exponerlos así, ¿Para qué?

abarloventotam@gmail.com

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