Si los viera pelear como niños berrinchudos por un dulce, Ricardo Monreal y Adán Augusto López Hernández recibirían, sin duda, un regaño del compañero Andrés Manuel. Claro, en el supuesto de que siguiera siendo presidente. O quizá los habría acusado con sus mamás, lo que fuera más efectivo.

Seguramente los habría comparado con vulgares codiciosos peleando por dinero, ese motivo universal que provoca conflictos incluso entre hombres y mujeres de principios, cuando la codicia toma las riendas.

¿A qué viene esto? Lo decía hace días: cuando los conflictos surgen entre los propios, entre compañeros, las tensiones escalan; se muerden, enseñan los dientes, fintan y lanzan amenazas veladas. En menos de un mes hemos visto varios casos que lo ejemplifican.

El primero fue el de los senadores Gerardo Fernández Noroña y Javier Corral. El morenista reclamó al expanista su presunta ingratitud, luego de recordar que prácticamente la 4T lo salvó de que lo metieran a la cárcel por acusaciones de la Fiscalía General de Justicia de Chihuahua.

Ya con fuero “cuatroteísta”, Corral se atrevió a cuestionar la decisión del bloque oficialista de desaparecer organismos autónomos, y eso le valió los señalamientos del rijoso Fernández Noroña.

Zanjado ese enfrentamiento, en el que ambos resultaron afectados y la 4T recibió también su raspón, las cosas siguieron el mismo camino, pero con otros actores.

En días recientes, el exsecretario de Gobernación y actual coordinador de senadores morenistas, Adán Augusto López Hernández, destapó veladamente lo que llamó “negocios” en esa Cámara, sugiriendo que detrás de ellos estaba el exlíder senatorial Ricardo Monreal, ambos integrantes del partido gobernante.

¿El motivo? El dinero. Por ajustes en el presupuesto para el Senado en la Cámara de Diputados, Adán Augusto —incuestionable incondicional del compañero Andrés Manuel— mostró su molestia contra los diputados controlados por Monreal, quienes redujeron una partida presupuestal para la Cámara Alta.

El pleito se mantuvo en ese tono y, hasta ayer, seguían preguntándole a Monreal si estaba dispuesto a sentarse a limar asperezas con Adán. Es decir, para la opinión pública interesada en estos temas, el asunto no pasa de ser una pelea entre compañeros, entre iguales en muchos sentidos.

Las denuncias de presunta corrupción en el Senado impactan más a Monreal que lo que pudieran beneficiar a Adán Augusto, quien también carga con sospechas de su periodo como secretario de Gobernación. En cualquier caso, el principal afectado sigue siendo el régimen en su conjunto.

Quizá por eso anoche los sentaron frente a frente, con Rosa Icela Rodríguez, secretaria de Gobernación, como intermediaria del emisario que les mandó un mensaje claro y contundente: dejar de mostrar los trapos sucios fuera de la casa partidista.

¿Quién les mandó el mensaje? Parece una pregunta tonta, pero vale la pena preguntarse si vino del Zócalo o del sureste del país, donde seguramente preocupan las riñas entre un incondicional del compañero expresidente y uno de sus no reconocidos rivales políticos.

El dinero, efectivamente, fue el detonante de este enfrentamiento que, pese al control de daños tardío, ya dejó heridos. Las esquirlas de la granada que soltó Adán Augusto, sugiriendo presuntas corruptelas en el Senado durante la pasada legislatura, tuvieron destinatario y dieron en el blanco.

No es casual preguntarse a quién le interesa golpear políticamente a Monreal, mucho más hábil políticamente que Adán Augusto. Hace unas semanas lo exhibieron abordando un helicóptero junto a su cercanísimo Pedro Haces (una especie de Fidel Velázquez de la 4T).

Pocos días después, la presidenta Sheinbaum se pronunció al respecto, recordando que los funcionarios y servidores públicos deben vivir en la justa medianía juarista, un mantra del compañero Andrés Manuel. Esta misma semana estalló el escándalo de la posada “fifí” de las y los diputados oficialistas de Morena, Verde y PT. De nuevo, otro golpe a Monreal.

Ya son varios episodios que exhiben a Ricardo Monreal como codicioso y obsesionado con el poder. A veces lo obvio no necesita explicación, pero también es cierto que la insistencia en evidenciar a alguien por parte de sus iguales levanta sospechas.

No se trata de defender a alguien que claramente tiene lo necesario para hacerlo por sí mismo, ni de señalar a otro que, aunque todo apunta en esa dirección, parece ser el emisario de quien quiere controlar la Cámara de Diputados.

En medio de todos estos incidentes, por llamarlos así, la dirigencia nacional de Morena luce lenta en la reacción. No se percibe el trabajo de quien debería coordinarse políticamente con los legisladores y, mucho menos, de quien tendría anticiparse a estas situaciones.

Operar de forma reactiva y dejar que crezcan los conflictos, cuando lo ideal sería detectarlos y controlarlos oportunamente, es un área de oportunidad que alguien debería atender ya. Así evitarían que estas actitudes sigan dañando la imagen y la percepción del brazo político de la 4T.

Ahora bien, respecto a la reunión de anoche con la secretaria de Gobernación, el motivo oficial fue dialogar sobre el período extraordinario de sesiones donde se discutirá una reforma severa al Infonavit, que ya provocó reacciones de organizaciones sindicales por sus implicaciones.

Ese fue el motivo oficial, insisto, pero en los hechos lo que se trató fue el conflicto detonante: el dinero, más que el poder, entre los coordinadores parlamentarios del bloque oficialista.

Aunque tardío, el control de daños debió aliviar temporalmente la tensión entre Adán Augusto y Monreal. Sin embargo, el daño a la imagen de Ricardo está hecho, y esto no se detendrá ahí.

Si Adán Augusto lo ha olvidado, Monreal es un político curtido en las riñas bravas del viejo PRI. La respuesta llegará tarde o temprano, y no directamente.

Por lo pronto, como diría el compañero Andrés Manuel, el mensaje es claro: que se serenen, que antepongan los intereses del movimiento a los personales y que, sí, efectivamente, dejen de comportarse como vulgares codiciosos, ya sea por poder o por dinero. Así de simple.

abarloventotam@gmail.com

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