Sabiendo que tienen de su lado la ventaja de ser gobierno en el país y en el estado, los morenistas están más que confiados en ganar las posiciones que van a disputarse en Tamaulipas en 2024. Saben que todavía traen una inercia que les permitirá mantenerse en el poder al menos otros seis años.
Por esa condición, la pelea por las candidaturas a las 43 Alcaldías, las dos senadurías, las diputaciones federales y las locales se va a volver más encarnizada. Y aunque definitivamente hay quienes no tienen mucho qué hacer en las contiendas, se creen con derecho a participar. Eso, por cierto, es algo legítimo, porque a nadie se le puede negar la oportunidad de buscar una nominación.
Sin embargo, por el afán mismo de querer obtener las candidaturas y en consecuencia con el origen del partido -en realidad, un movimiento amorfo, mezcla de viejo PRI y renovado caudillismo-, la mayoría de los aspirantes quiere llegar y recibir las oportunidades, ignorando el hecho de que no todos son competitivos.
En ese contexto es en el que la lucha por las candidaturas a la Presidencia Municipal de Tampico, sus dos diputaciones locales y la federal que comparte con Madero, así como las propuestas para las dos Senadurías, se ha vuelto el centro de la atención porque van a acomodarse los perfiles de quienes pueden aportarle al proyecto de consolidación de la Cuatroté.
Y como en Morena las cosas se manejan como antes en el viejo PRI, no se ve que haya un riesgo de ruptura, habida cuenta de que todos entienden la importancia de mantener la institucionalidad “con los de arriba”. Es esencia, origen y destino, aunque a muchos no les guste que se les recuerde esto.
Por eso cobra relevancia el hecho de que en Tampico las cosas se ven menos difíciles para contener los ímpetus internos de Morena, que en el PAN. Aunque por el lado de los azules, tampoco será muy complicado. Luego les digo por qué.
En el partido del Presidente se mencionan desde hace semanas varios nombres de prospectos de entre quienes saldrán los candidatos y candidatas. Predominan las mujeres y dependiendo de quién lo diga, una aparece encima de otra en el ánimo y en las posibilidades que se les atribuyen.
Pero la política es de circunstancias y también, de acuerdos. Entre gente que sabe dialogar y ver más allá de coyunturas, se define muchas veces el destino de aspirantes. Eso parece ser lo que estamos viendo, según los indicios.
Así, se puede asegurar que la diputada local Úrsula Patricia Salazar Mojica, presidenta de la Junta de Coordinación Política del Congreso tiene asegurada su participación en el proceso electoral de 2024. No es un secreto que quiere ser candidata a la Alcaldía de Tampico, pues no puede reelegirse como legisladora en la misma condición plurinominal en la que llegó.
Por tanto, su apuesta es por ser nominada a la Presidencia Municipal, apelando a su relación familiar con el Presidente López Obrador, de quien es sobrina. También, al hecho de que su madre, Úrsula Mojica Obrador fue de las primeras impulsoras del proyecto morenista en la zona. Eso y haber llegado al Congreso a presidirlo, así haya sido por la vía más fácil, considera Úrsula que son merecimientos suficientes para recibir la candidatura.
De ahí viene el reciente activismo: Una caminata enfundada en la camiseta del equipo de fútbol profesional, su asistencia a un par de partidos, acompañada por una ruidosa batucada y dos centenares de invitados; sus festejos a madres de familia de un par de colonias y a maestros, así como una mayor visibilidad en redes sociales.
Úrsula sabe que no puede ser reelecta como diputada plurinominal y por eso quiere ser candidata a la Alcaldía, en donde sin embargo tiene enfrente a Mónica Villarreal Anaya, regidora porteña y hermana del gobernador. Mónica tiene una trayectoria sólida en el servicio público, tiene una excelente imagen pública y es apreciada por sectores populares y de élite en el puerto.
Y, también, Mónica ha logrado una proyección muy fuerte en los últimos meses, ha establecido alianzas, recibido el apoyo tácito de grupos y personajes que ven una enorme ventaja en su condición de morenista leal al proyecto de Américo.
Estando así las cosas, no hay que pensar demasiado en cuáles son las opciones de Morena para la Alcaldía de Tampico: Úrsula parecer ser quien mejor se ajusta a ese perfil, en tanto que Mónica podría ser nominada a la diputación federal que comparte con Madero. No es que Úrsula sea mejor posible candidata que Mónica, pero sus opciones se reducirán después del 24, cuando su tío deje la Presidencia. Por eso su momento es ahora.
Claro, la decisión dependerá de los resultados de las encuestas que se hagan en los siguientes meses, pero aunque Mónica tenga bastante mejor imagen y conocimiento entre los tampiqueños, las circunstancias parecen acomodarse para que vaya a adquirir más experiencia y relaciones en la Cámara de Diputados. Las circunstancias, decía, siempre influyen. El futuro para ella es más promisorio.
¿Y Olga Sosa? A ella más bien parecen estar dándole espacio y proyección para que sea considerada como aspirante al Senado, tratando de que la conozcan en las otras regiones del estado y poder intentar desplazar a Maki Ortíz, quien pese a todo sigue apareciendo como la mujer más conocida entre los aspirantes morenistas.
En cuanto a las diputaciones locales, anote usted a Fernando Manzur Nader, jefe de la Oficina Fiscal, a José Antonio Marín, delegado de Itavu, entre quienes hasta ahora son mencionados y tienen deseos de figurar, más allá de su comprensible negación de aspiraciones.
Lo que viene para Morena se pondrá muy interesante en los siguientes meses. Vamos a esperar un poco más.
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